miércoles, 17 de noviembre de 2010

SOBRE EL DINERO (Segunda Parte)

Por Marcos Ríos Larrain
Abogado

(Continuación del artículo SOBRE EL DINERO
publicado el 16.11.2010)

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¿Acaso habéis dicho que el amor al dinero es el origen de todo mal? Amar una cosa significa conocer y apreciar la naturaleza de que está formada. Amar el dinero es conocer y apreciar el hecho de que tal dinero representa la creación del mejor de vuestros poderes internos y es vuestro pasaporte para comerciar con el mejor de vuestros semejantes. La persona que vendería su alma por unos centavos suele ser la que  proclama en voz alta su odio al dinero. Y hay que reconocer que tiene motivos para odiarlo. Los amantes del dinero se sienten deseosos de trabajar por él. Saben que está en condiciones de merecerlo. Quien maldice el dinero es porque lo adquirió de manera deshonrosa; quien lo respeta, se lo ha ganado por medios loables.

“Huid de quien os diga de que el dinero encarna el mal. Dicha frase es la campanilla que anuncia la proximidad de un saqueador, igual que en otros tiempos anunciaba la de un leproso. Mientras los hombres vivan en comunidad sobre la tierra y necesiten medios para tratar unos con otros, el único substituto del dinero sería el cañón de un arma. Pero el dinero exige de vosotros las más altas virtudes si es que deseáis adquirirlo o conservarlo. Quienes carecen de valor, de orgullo o de autoestima; los que no poseen el sentido moral de su derecho al dinero y no desean defenderlo como si defendieran a su propia vida; aquellos que parecen pedir perdón por ser ricos, pero no lo serán por mucho tiempo; todos ellos constituyen un cebo natural para las bandadas de maleantes que desde hace siglos se agazapan bajo rocas y asoman en cuanto huelen a un hombre que pide ser perdonado por el pecado de poseer riqueza. Esos maleantes se apresurarán a aliviarle su culpa y también su vida, que es lo que merece.

“Entonces presenciaréis la elevación de seres humanos que militan bajo dos banderas: por un lado, viven de la fuerza y, por el otro, de quienes viven del comercio para robarles su dinero. En una sociedad moral, son los criminales y debéis protegeros de sus actividades. Cuando una sociedad permite legalmente la existencia de criminales y saqueadores -esto es, hombres y mujeres que utilizan la fuerza para apoderarse de la riqueza de víctimas desarmadas-, el dinero se convierte en vengador de quien lo creó. Tales maleantes roban a seres indefensos cuando aprueban leyes que los desarma, pero su botín pronto se convierte en imán para otros como ellos que se los arrebatarán y así, sucesivamente, hasta que vence, no el más diestro en producir, sino el de más brutalidad y rudeza. Y cuando la fuerza se convierte en estandarte, el criminal vence sobre el ratero y la sociedad desaparece entre un cúmulo de ruina y muerte.

“¿Queréis saber si ese día va a llegar? Observad el dinero, barómetro de las virtudes de una sociedad. Cuando notéis que el comercio se efectúa, no por el consentimiento de las partes, sino por obligación; cuando veáis que con el fin de producir necesitáis permiso de quienes nada producen; cuando observéis que el dinero fluye hacia quienes trafican, no en bienes, sino en favores; cuando os deis cuenta de que muchos se hacen ricos por el soborno, por la presión más que por el trabajo y que las leyes no os protegen contra ellos y, por el contrario, son ellos los protegidos contra vosotros; cuando observéis  que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en sacrificio; cuando ello ocurra podéis asegurar, sin temor a equivocarse, que vuestra sociedad está condenada. El dinero es un medio tan noble que no compite con las armas, no pacta con la brutalidad y nunca permitirá que un país sobreviva como propiedad a medias o botín compartido.

“Cuando aparecen destructores entre los hombres empiezan por destruir el dinero porque es la protección y base de una existencia moral.  Esos destructores se apoderarán del oro y entregarán a cambio un montón de papel falsificado, y situarán al ser humano en las garras de un arbitrario emisor de moneda. El oro es un valor objetivo, un equivalente a la riqueza producida. El papel es una hipoteca sobre riqueza que puede no existir, reforzada por un arma apuntada contra aquellos de quienes espera que la produzcan; es  un cheque girado por saqueadores legales contra una cuenta ajena. Vigilad el día en que dicha cuenta se agote.

“Cuando el mal se convierte en medio de supervivencia no confiéis en que el ser humano siga siendo bueno. No esperéis que conserve la moralidad y pierda la vida transformado en alimento de lo inmoral. No esperéis que produzca cuando la producción se ve castigada y el robo recompensado. No preguntéis entonces quién está destruyendo el mundo porque seréis vosotros mismos”. 

(Continúa)   


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