domingo, 16 de enero de 2011

CAMBIO DE MINISTROS

 Por Alfonso Ríos Larrain

El presidente de la DC, senador Ignacio Walker, declaró a CNN que el cambio de gabinete justificaba las críticas de la Concertación porque había al menos cuatro ministerios que andaban mal. Interesantes revelaciones, aunque no recuerdo semejante predicción cuando Michelle Bachelet pidió la renuncia a su Ministro del Interior Andrés Zaldívar, sólo cuatro meses después de asumir el cargo. Es posible que la capacidad predictiva del nigromante Nacho Walker estuviere menos desarrollada entonces, o que su indiscreto oráculo le impidiese publicitar el adverso vaticinio que afectaba a un correligionario suyo. En todo caso, no quiero hostilizarle porque necesitamos su voto para aprobar la Reforma Educacional.
Malicioso el recuerdo de la “Patrulla Juvenil” que hace Carlos Peña en su columna mercurial de hoy. Es cierto que poco queda de juvenil a tal patrulla, pero la actividad pública de sus integrantes demuestra que mantienen el entusiasmo de antaño, dosificado con la experiencia de haber navegado por aguas más turbulentas que las del propio Bío-Bío... y sin el apoyo de un puente-mecano. Pero Carlos Peña cree que la vanidad es el único aliciente que mueve a los políticos -especialmente a los de derecha- y es incapaz de identificar otros estímulos como las ideas, la voluntad de servir y el patriotismo. Socarrón y majadero, el columnista fustiga semanalmente a la derecha, ofende a sus actores, menosprecia su labor o los ridiculiza. Bueno sería, en todo caso, conocer su currículum para saber qué ha hecho en política, primero como estudiante de derecho de la Universidad Católica en pleno régimen militar -mientras otros jóvenes como él combatían en uno u otro bando- y, luego, como profesor de la misma universidad. De hacerlo, podríamos aquilatar su posición y coherencia.
Veamos el trasfondo del primer cambio de gabinete. La gente, en general, mide a los gobiernos de derecha con parámetros muy distintos que a los de izquierda. Cree, y con razón, que la derecha cuenta con personas capacitadas para gobernar, preparadas, eficientes y realizadoras. Sabe, además, que cada cierto tiempo es necesario que los países sean gobernados por la derecha para ordenar las finanzas públicas, imponer autoridad, impulsar el crecimiento y restablecer ciertos valores abatidos por la izquierda. Pero la evaluación popular de los gobiernos de derecha responde a criterios de acierto-desacierto, sin importar los antecedentes que condicionen tales resultados. Prevalece el éxito o fracaso de su gestión. De muestra, el rescate de los 33 mineros que alzó la popularidad del actual gobierno a guarismos del 80% y el inmediato descenso de 30 puntos porcentuales por el rumor de intervención presidencial en las elecciones de la ANFP; o la naturalidad con que la opinión pública pondera la creación de casi 400 mil empleos en el primer año de gobierno derechista, frente al impacto que generan despanzurros como los del ex ministro Ravinet; o el crecimiento económico de 6% que tendrá el país en igual período, frente al justificado aunque desprolijo intento de mitigar una discriminación que favorece a 180 mil chilenos y perjudica a los 17 millones restantes. Pero las cosas son así y estamos notificados: los gobiernos de derecha no sólo deben mostrar seriedad de propósitos sino buenos resultados. Siempre, en todo momento. Nada se les perdona y si no cumplen serán inmediata y duramente castigados.
Con la izquierda, en cambio, el pueblo es misericordioso: no la juzga por los resultados ni le exige probidad. Puede, por lo tanto, darse algunos “gustitos” y mantenerse en la cresta de la ola. Edgardo Boeninger, el ministro más inteligente que tuvo la izquierda en 20 años de gobierno, dijo que “en la Concertación se pensó que así como el dinero privado favorecía fundamentalmente a los partidos de derecha, no sería ilegítimo (que la Concertación recibiera) financiamiento público a través de los recursos estatales destinados a los programas sociales. Es una percepción profundamente equivocada que facilitó conductas reprochables… y la Concertación corre el riesgo de que el tema de las corruptelas la manche definitivamente” (“El Mercurio”, 3 de diciembre de 2006). ¿Y qué les pasó? Nada o muy poco. Perdieron el gobierno por un ínfimo 3%, pero mantienen su influencia política intacta (los sindicatos de la estatal ENAP amenazaron ayer con bloquear los compromisos comerciales de la empresa si el Gobierno no accede a las demandas de los activistas magallánicos), predominan en alcaldías, también en el Senado y alcanzan reiteradas mayorías en la Cámara de Diputados. Gremios, federaciones de estudiantes y sindicatos demuestran que la izquierda está vivita y coleando, reforzada ahora con el entusiasta apoyo comunista.
Entonces, no basta con ser capaces, realizadores, serios y eficientes porque son los requisitos mínimos que el pueblo exige a la derecha. Para enfrentar a la izquierda es imprescindible incorporar políticos de trinchera que conozcan sus procedimientos y la neutralicen. Es el aporte que el país espera de Evelyn Matthei y Andrés Allamand ARL