jueves, 30 de junio de 2011

EDUCACIÓN, SOCIALISMO Y LUCRO


       Por Alfonso Ríos Larrain

          Ocho senadores de izquierda (5 socialistas, 2 PPD y el radical) presentaron la semana pasada un proyecto de reforma constitucional para prohibir el lucro en la educación pública y asegurar su calidad. Por arte de birlibirloque, esos parlamentarios y sus forofos subordinan la excelencia en la educación al fin del lucro; esto es, la prohibición de obtener una ganancia por el servicio de enseñar; o, contrario sensu, una garantía constitucional para exigir buena educación sin pagar por ella ¡Pura lógica socialista! La repugnancia al lucro es un atavismo marxistoide tatuado en la piel de muchos políticos, profesores y apoderados que se expande como epidemia en la masa estudiantil. No les basta comprobar los deplorables resultados de la educación pública; ahora quieren prohibir la competencia entre personas e instituciones privadas o subvencionadas que venden sus conocimientos y procuran ganar plata en esta actividad. Competir, vender, ganar plata... Destestables propósitos que deben ser proscritos ¿Cómo? "Muy fácil -berrea el coro socialista: ¡No al lucro en la educación!".

          Nada nuevo bajo el sol. Es otra postilla de la mítica "igualdad" que inspira la vida, pasión y fracaso del socialismo: nivelar hacia abajo. Total, mal de muchos consuelo de tontos... pero les ayuda. En efecto, si todos están mal, si las carencias materiales e intelectuales son las mismas para todos y el Estado omnipresente aplaca cualquier asomo de individualismo que pueda lesionar el "interés colectivo", los socialistas encuentran su razón de ser: repartir la pobreza en partes iguales. Y como para "igualar" no hay nada peor que el lucro... ¡duro con él! Total, piensan, Papá Fisco proveerá los recursos destinados a financiar sus utopías. Si faltan lucas, no hay problema: más impuestos, más restricciones a la libertad económica, al emprendimiento, a la capacidad individual de producir y crear riqueza. O sea, más socialismo. Cuando se les acaba la plata que no ganaron y surge el hambre que sí produjeron; cuando caen los muros que ocultaron sus fracasos; cuando comprueban desolados que sus "grandes alamedas" no son más que un conjunto de ramas secas, inservibles y despreciadas por el hombre libre que prefirió transitar en medio de árboles bien regados, con raíces firmes y buena sombra; cuando todo eso ocurre, los socialistas vuelcan suplicantes al capitalismo salvador y a su impulsor cinético: el lucro. Reniegan de él, pero saben que sólo él permite engordar a las víctimas que van a sacrificar. Entonces, por un ratito, toleran ciertos grados de autonomía para que el ser humano haga negocios y gane dinero. O sea, para que lucre. Pero es sólo un recreo, un pequeño intervalo mientras preparan el nuevo zarpazo expoliador que alimenta su doctrina. Ahora rasgan vestiduras por las maquinaciones fraudulentas que involucran a La Polar, pero callan los efectos de la mega-estafa, sistemática e institucional, promovida y ejecutada por el socialismo y sus secuaces a través de la historia: usar el dinero de los contribuyentes para "bicicletear" sus ineptitudes y fracasos. 

          Pero reconozco en los socialistas el sentido de la oportunidad, característica que les permite valerse del actual escenario para redundar en sus monsergas. Así lo confiesa el senador Fulvio Rossi, patrocinante del proyecto: "Es el momento de hacer esta reforma, mientras los estudiantes están en la calle y nos están interpelando como clase política. Queremos que haya un debate de visión de sociedad y esta es nuestra respuesta". ¡Clarísimo! Para los socialistas -los de antes y los de ahora- no hay mejor escenario para debatir "visiones de sociedad" que ambientes de fuerza sensibilizados por la vehemencia y no por la racionalidad. Y el actual panorama es inmejorable. Un gobierno que califican de derecha, más de 200 liceos y varios centros universitarios "tomados", en huelga o movilizados; miles de manifestantes desfilando por las calles y "guanacos" descorteses que contravienen los íntimos deseos del Ministro del Interior y chapotean  a un diputado comunista que, dicen, venía duchado de su casa. La estampida derivó en reivindicaciones políticas y sociales tan añejas y fracasadas, como extrañas al propósito original de la protesta estudiantil. Pero, ¿qué importa? A río revuelto ganancia de pescadores... y los socialistas lanzaron sus redes. Ellos saben que este proyecto de reforma constitucional tiene pocas posibilidades de ser aprobado, pero nada pierden con presentarlo. Algo pueden capturar, aunque sólo sean peces muertos, los únicos que siguen la corriente.

          Sorprende, en todo caso, que el ministro Hinzpeter crea que "la DC está en una coalición equivocada porque tiene una visión de sociedad más cerca de los valores que tenemos nosotros" (El Mercurio, 27 de junio 2011). ¿A qué visión de sociedad se refiere el ministro? ¿Cuáles son esos valores? ¿Quiénes son "nosotros"? Yo voté por Piñera, milito en un partido que le apoya y quiero que le vaya bien. Pero no tengo dudas que la DC chilena tiene raíces y convicciones socialistas, está en la coalición adecuada y mi visión de sociedad nada tiene que ver con la suya. Si el ministro no entiende esta diferencia o la disimula para ganar alguna ventajilla momentánea, es conveniente que cambie la primera persona plural por la primera persona singular. Yo y "nosotros" lo agradeceremos.  ARL