lunes, 21 de marzo de 2011

BONO BODAS DE ORO

Por Alfonso Ríos Larrain

         Por 91 votos a favor, ninguno en contra y una abstención, la Cámara de Diputados aprobó el jueves pasado el proyecto denominado "Bono Bodas de Oro", dejándolo a un paso de convertirse en Ley de la República. El Instituto de Previsión Social (IPS) entregará por una sola vez un bono de $ 250.000 a todas las parejas que cumplan 50, 51 y 60 años o más de matrimonio durante el presente año, que acrediten residencia en Chile durante los cuatro años previos a la presentación de su solicitud en el IPS y que no pertenezcan al 20% de personas con mayores ingresos según la Ficha de Protección Social actualizada. Bajo esas condiciones y con el reajuste correspondiente, recibirán igual suma las parejas que cumplan 59, 58 y 57 años de matrimonio en 2012; las que enteren 56 y 55 años en 2013; y las que cumplan 53 y 52 en 2014. A partir de 2015, accederán regularmente a este beneficio todos los matrimonios que enteren sus bodas de oro. Si uno de los cónyuges fallece durante el período en que se hizo acreedor al bono, el viudo o viuda recibirá la mitad del mismo ($ 125.000). El proyecto favorece a más de 400 mil personas y a un promedio anual futuro de 7.500 matrimonios.

         En declaraciones al Diario Financiero del pasado 18 de marzo, el ministro de Planificación Felipe Kast dijo que esta iniciativa "es una retribución (a los beneficiados) por sus años de trabajo al servicio del país". Como el informe de prensa no indaga los motivos que tuvo el ministro para otorgar a este proyecto un carácter retributivo o compensatorio “por años de trabajo al servicio del país”, me cuesta entender su razonamiento. El hecho de que un hombre y una mujer permanezcan casados durante 50 años o más, o que hubieren enviudado después de cumplir ese período, no implica ni remotamente la concreción de un "trabajo de servicio al país", ni convierte a tales cónyuges, por esta sola circunstancia, en acreedores de la sociedad o del Estado. El valor inherente a este beneficio es la familia y su verdadero fundamento es dar una señal encaminada a fortalecer la institución del matrimonio y a estimular la deseable longevidad conyugal de los contrayentes. Parafraseando al ministro, este bono es, sin rodeos ni perifollos, una condecoración a los cónyuges por sus años de esfuerzo para sobrellevar una vida matrimonial con alegrías y sinsabores, pensando en su familia, en su entorno y en ellos mismos. La tarea es tan peliaguda que no necesita de metáforas como las del ministro para encomiarla. Si no me creen, pregunten a mi mujer que lleva 35 años de matrimonio ininterrumpido conmigo. 

        A mayor abundamiento, la opinión de algunos "notables":  
El amor es ciego, pero el matrimonio restaura la vista”  (Lichtenberg)
“Solamente el bígamo cree de verdad en el matrimonio" (Chesterton)
“El mejor matrimonio es aquél que une a una mujer ciega con un hombre sordo”  (Montaigne)
“No quiso la lengua que de casado a cansado hubiese más que una letra de diferencia”  (Lope de Vega)
“Ten tus ojos bien abiertos antes del matrimonio y medio cerrados después de él”  (Benjamin Franklin)
• “El matrimonio debe combatir sin tregua a un monstruo que todo lo devora: la rutina"  (Balzac)
“¿Por qué nos alegramos en las bodas y lloramos en los funerales? Porque no somos la persona involucrada”  (Mark Twain)
“El matrimonio es una cadena tan pesada que para llevarla se necesitan dos y, a veces, tres”  (Alejandro Dumas)
“La mujer llora antes del matrimonio; el hombre después”  (Anónimo)

Si las cosas fuesen tan literales como los apotegmas mencionados, este bono debería que ser mucho más expresivo y generoso: $ 250.000 por pareja -algo más de US$ 500- es menos de un sueldo mínimo por cónyuge, cifra bastante exigua para retribuir cualquiera faena, fuere sirviendo al país, fuere manteniéndose unido en matrimonio durante 50 años o más. Pero, repito, no se trata de remunerar un trabajo sino de instaurar un privilegio que, por una parte, discrimina en favor de los más desposeídos y, por la otra, premia conductas que el legislador estima necesario promover. Y en esta decisión cobra actualidad otra advertencia de Gilbert Keith Chesterton: Quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen”   ARL