miércoles, 23 de marzo de 2011

OBAMA EN CHILE

Por Alfonso Ríos Larrain

La visita del Presidente Obama a Chile fue tan breve como intrascendente, aunque no pasó desapercibida. Especialmente, por la congestión vehicular que originó su fragoroso despliegue por autopistas urbanas y principales calles de Santiago. Lo más destacable de esta visita es que Chile, junto a Brasil y El Salvador, calificara entre una treintena de países americanos para recibir al político más poderoso del planeta. Hubo, sí, un par de reuniones privadas entre él y Piñera cuya agenda y espontaneidad desconozco (salvo el lobby del Presidente chileno para que Obama agilice el TLC de los Estados Unidos con Colombia y Panamá), pero en sus exposiciones públicas no aparecieron anuncios ni contenidos novedosos. Peor aún. Uno de los temas centrales de la visita, el “Memorándum de entendimiento y cooperación relativo a la utilización de energía nuclear con fines pacíficos” suscrito el viernes de la semana pasada por el canciller chileno y el embajador de los Estados Unidos en Chile, sólo dos días antes de arribar Obama a nuestro país, pasó a un ennegrecido segundo plano debido a la crisis en la central atómica Fukushima de Japón, ocasionada por el devastador terremoto en ese país. “Este acuerdo servirá para profundizar en el intercambio de investigaciones científicas y la capacitación de expertos”, aclaró un compungido Sebastián Piñera, saliendo al paso de las críticas originadas por esta iniciativa. O sea, un apodíctico abandono: ¡nada de energía nuclear para Chile, forget it!  Más directo fue el Ministro de Relaciones Exteriores, Alfredo Moreno: “No estamos en condiciones de tener energía nuclear y lo que ha sucedido en Japón no ha hecho más que ratificar esta situación”.
Descartada la energía nuclear como argumento de la visita, el interés se concentró en el pregonado “Discurso para las Américas” que Obama enviaría desde Chile a todo el continente. Otro fiasco, lleno de sensiblerías partidistas (“el desafío del presidente Kennedy perdura…”), burda demagogia (“en las Américas hoy no existen socios mayores o menores, solamente existen socios iguales…”) y majaderías (“propongo una nueva alianza para el progreso donde todos puedan esperar un estándar de vida adecuado, con dignidad y libertad…”). En resumen, nada sustancial, innovador o memorable, salvo las onerosas implicancias que tienen estas visitas para el erario de ambos países y el bolsillo de sus contribuyentes. Barack Obama estuvo poco más de 20 horas en Chile: los automovilistas y el transporte público son testigos.
La que marcó algunas diferencias fue Michelle LaVaughn Robinson de Obama, primera dama de los Estados Unidos. Su discurso en el Instituto Cumbre de Cóndores de Renca fue una oportuna personificación de los valores que hicieron de su país un refugio de los derechos individuales, de la libertad y el progreso. Consciente del auditorio que tenía enfrente, afable, espontánea y sin rasgos de animosidad o resentimiento, relató pasajes de su vida y la de su marido: "La verdad -dijo- es que crear una mejor vida no es fácil; nadie logra el éxito de un día para otro. Yo me crié en un barrio de clase obrera en Chicago; no teníamos mucho dinero y mis padres trabajaron arduamente e hicieron grandes sacrificios para que mi hermano y yo tuviésemos oportunidades de buena educación que ellos no tuvieron: ese fue el regalo más grande que recibimos de nuestros padres. Mi marido fue criado por madre soltera y muchas veces le fue difícil seguir adelante. Tampoco fue el mejor estudiante, pero su madre quería que él fuera a la universidad y lo despertaba temprano para practicar matemáticas. Esa es la voluntad que lo ha llevado a ser el hombre que es hoy”. Animada por ejemplos locales (el poeta Pablo Neruda, el futbolista Marcelo Salas y dos alumnos presentes), la señora Obama continuó su arenga: “Ninguno de nosotros está limitado por sus circunstancias y cualquier cosa que valga la pena lleva tiempo, esfuerzo y voluntad. Los insto a prestar atención en clases, hacer las tareas lo mejor posible, tomar riesgos y no tener temor a equivocarse”. Remató citando a Gabriela Mistral: "Qué sería del mundo si ya estuviera todo hecho, si no hubiera rosal que plantar ni un desafío que emprender”.
No hay dudas: detrás de un hombre poderoso hay casi siempre una mujer inteligente   ARL