domingo, 10 de julio de 2011

HIDROAYSÉN (II)


      Por Alfonso Ríos Larrain

          El ideal sería que el ser humano pudiera subsistir y desarrollarse sin intervenir la naturaleza o modificar su entorno. Pero no es así. Este "valle de lágrimas" ofrece recursos naturales que sirven al hombre para comer, movilizarse, cobijarse, vestir y abrigarse. Para prevenir que el uso y goce de esos recursos dañe innecesariamente la vida, salud o bienestar de otras personas, la Constitución Política de Chile garantiza el "derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación" (Art. 19, No. 8). ¿Cumple HidroAysén este mandato constitucional? Veamos.
 

- Se dice que HidroAysén no es necesario porque basta con ser eficientes en el uso y consumo de la energía para equilibrar la demanda.
Falso. Chile debe duplicar su capacidad energética instalada durante la próxima década para alcanzar una tasa de crecimiento promedio de 6% anual. Si aspiramos a lograr dicha meta y convertirnos en un país desarrollado, necesitamos fuentes de generación estables, como la hidroelectricidad.


- Se dice que HidroAysén puede ser reemplazado por desarrollos eólicos, solares u otros proyectos no convencionales (ERNC), lo que sería suficiente para satisfacer la demanda energética de Chile.
Falso. La utilización de recursos de disponibilidad intermitente (como el viento, el sol o las mareas) requiere de fuentes de respaldo que garanticen el suministro. Noruega cuenta con un 99% de generación hidroeléctrica en su matriz y más de 620 centrales hidroeléctricas de generación sobre 1 MW de capacidad; y aunque no está desarrollando proyectos de gran escala, el tener ese potencial hidroeléctrico le permite introducir tecnologías renovables no convencionales e incrementar su eficiencia energética. Lo mismo ocurre en Canadá y otros países líderes del desarrollo sustentable.


- Se dice que países desarrollados con similitud ambiental a la nuestra no harían un proyecto como HidroAysén.
Falso. La generación hidroeléctrica alcanza casi los dos tercios de la energía renovable que produce el planeta. Se están desarrollando 400 proyectos hidroeléctricos en 55 países. En 2007 fue inaugurada la central Kárahnjúkar en Islandia y hoy se contruye La Romaine, en Canadá, que producirá la mitad de la energía de HidroAysén con una superficie inundada cinco veces mayor.

- Se dice que HidroAysén destruirá la Patagonia y que no es un proyecto sustentable.
Falso. La superficie total de embalse equivale al 0.05% de la superficie total de la Región de Aysén y representa un 1.5% de los espejos de agua naturales que posee la región. Esto, sin considerar que la Patagonia es un territorio que incluye otras regiones, como Magallanes, Los Lagos, Los Ríos y la zona sur de Argentina. De hecho, en la provincia de Santa Cruz, Argentina, el gobierno de ese país licitó la construcción del proyecto hidroeléctrico "Cóndor Cliff-La Barrancosa", cuya potencia será de 1.740 MW, con una generación media anual de 5.100 GWh/año y una superficie de embalse de 43.785 hectáreas: más de 7 veces la superficie total embalsada por HidroAysén. Tampoco afecta el caudal de los ríos Baker y Pascua, ya que toda el agua que ingresa a los embalses vuelve íntegramente a sus cauces en un ciclo de 24 horas.

- Se dice que HidroAysén afecta gravemente el medio ambiente.
Falso. La energía que genera es limpia y renovable, y evita la construcción de 7 centrales termoeléctricas y sus consiguientes emisiones: 16 millones de toneladas de CO2 al año, equivalente a las emisiones de todos los vehículos que circulan anualmente en Chile. La Comisión Nacional de Energía (CNE) ha estimado que de no construirse Hidroaysén, el 58% de la matriz energética de Chile estará compuesta por fuentes de generación contaminantes el año 2020. Además, HidroAysén cumple con los estándares de calidad mundial en materia de ingeniería y exigencias medioambientales.

- Se dice que HidroAysén es incompatible con el valor ecológico y el potencial turístico de la Región de Aysén.
Falso. La mayoría de los países desarrollan sus recursos hidroeléctricos en perfecta armonía con el turismo. HidroAysén genera externalidades positivas para el desarrollo del turismo: construcción de infraestructura vial de 187 kilómetros de Carretera Austral, abriendo rutas en zonas de interés turístico, y la construcción de obras portuarias al sur de la región. Asimismo, ofrece medidas de mitigación, reparación y compensación que permitirán incentivar el turismo de intereses especiales. Un ejemplo de esto es la creación de un Área de Conservación de más 11 mil hectáreas donde se desarrollarán actividades de interés científico y de preservación.


- Se dice que el tendido eléctrico de HidroAysén es inédito en el mundo, destruirá el paisaje y afectará la salud de las personas.
Falso. Cualquiera sea la fuente energética que se utilice siempre será necesaria la construcción y operación de líneas de transmisión. Una línea similar a la que proyecta HidroAysén es la que une Québec (Canadá) con New England (EE.UU.): abarca más de 1.200 kilómetros y permite exportar energía canadiense a los Estados Unidos. Hoy existen líneas de transmisión, con las mismas características tecnológicas que propone HidroAysén, en Canadá, Estados Unidos, Brasil, China e India. En cuanto al supuesto daño a la salud de las personas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que no hay conclusiones científicas  que demuestren efectos nocivos para la salud humana o de otros seres vivos originados por estas líneas de transmisión. 

- Se dice que la energía de HidroAysén abastecerá sólo a las grandes mineras del norte de Chile.
Falso. Toda la energía producida por HidroAysén se inyectará al Sistema Interconectado Central (SIC), que se extiende entre Tal-Tal y Chiloé, y que abastece al 90% de los chilenos. El 60% de la producción de energía de HidroAysén será destinada a hogares, pequeñas empresas, comercio e iluminación pública, y el 40% restante abastecerá a la gran industria, entre ellas la minería.

- Se dice que HidroAysén provocará problemas sociales en la región.
Falso. La empresa tiene diseños que aseguran la mitigación de cualquier efecto social en la zona. Desde 2006, realiza estudios en armonía con las comunidades de la región, generando empleo y oportunidades. Durante los 12 años que tomaría su construcción, el empleo promedio mensual será de 2.300 personas y cerca de 5 mil en el periodo de mayor actividad. Además, entrega beneficios culturales, económicos y sociales a cientos de familias: becas para estudios superiores, capacitación, financiamiento para proyectos de emprendimiento y asesorías para acceder a subsidios habitacionales. Por último, HidroAysén entregará energía más barata a la región a través de proyectos de energías renovables que importan una millonaria inversión inicial.
         

          Todo indica que la zarabanda de la "Patagonia sin Represas" es otra consigna medioambientalista -y, por tanto, ideológica- que seduce a ciertos políticos y atemoriza a otros. Mientras tanto, Chile continúa formando parte del Tercer Mundo y los chilenos seguimos consumiendo la electricidad más cara del planeta.   ARL























HIDROAYSÉN (I)


      Por Alfonso Ríos Larrain


          Así como algunos siguen los horóscopos para predecir el futuro, pocos dudan que el planeta se está deteriorando. Pero, ¿hay alguna ley física que sostenga tal hipótesis?

          Desde las escuelas primarias hasta los titulares de cualquier medio de comunicación, la letanía medioambientalista repite la misma idea: "el planeta se deteriora, nos quedamos sin recursos, el aire y el agua son cada vez más escasos y sucios, las especies animales se extinguen, los arrecifes de coral mueren, el clima se calienta, etc., etc". Muchos creen que lo anterior es cierto, pero la verdad es que las fuentes de energía no escasean. Al contrario, la ciencia y la tecnología han mejorado los sistemas de producción que garantizan el suministro de alimentos a miles de millones de personas;  la esperanza de vida al nacer ha pasado de 35 a 75 años en menos de un siglo; y, según la ONU, en los últimos 50 años hemos reducido los niveles de pobreza más que en los seis siglos anteriores.

          La mentira oficial -la que impone la creencia de que instituciones tipo Greenpeace representan a la ciencia ecológica- ha hecho que la gente identifique una actividad científica (la ecología) con una militancia ideológica (el medioambientalismo), y se confundan los aspectos ecológicos legítimos de las ciencias biológicas y físicas (condiciones ambientales del planeta y los efectos de la actividad humana sobre él) con predicciones apocalípticas carentes de rigor científico. Esto explica que muchos profesores de biología intenten convencer a sus alumnos de que la ecología nada tiene que ver con voluntarios de Greenpeace impidiendo el atraque de un barco lleno de maíz transgénico en el puerto de un país africano asolado por el hambre. Quizás por esto mismo hay tan pocos ecólogos-científicos afiliados a grupos medioambientalistas. Pero, además, al añadir elevadas dosis de pasión ideológica coincidente con lo "políticamente correcto", el medioambientalismo ha devenido en uno de los slogan pseudocientíficos más penetrantes de la historia.

          En la propaganda medioambientalista, en todas sus demandas de armonía con la naturaleza, no hay ninguna referencia a  las necesidades del ser humano ni a sus requerimientos de supervivencia. El hombre es tratado como un ser vivo similar a las plantas o animales. Pero los seres humanos no pueden sobrevivir en el estado natural que los medioambientalistas desean: tienen que descubrir y producir, lo que implica alterar su entorno y adaptarlo a sus necesidades. Su bienestar es resultado de ese descubrimiento y de esa producción. La tribu más primitiva necesita de la mayor fuente de contaminación para sobrevivir: el fuego. No es meramente simbólico que el fuego fuese propiedad de los dioses, el objeto más valioso que Prometeo entregó a los hombres, pero los medioambientalistas quieren apagarlo.

          El fin de la hegemonía soviética y de los "socialismos reales" dio paso al medioambientalismo, transformándolo en  la nueva cruzada mundial de la izquierda. Y así como el desarrollo y la paz no eran los verdaderos propósitos de sus fracasadas utopías, tampoco lo son ahora la naturaleza, los recursos sustentables ni el aire limpio. Sus consignas procuran restringir la propiedad privada y ahogar cualquier asomo de emprendimiento y de mayor libertad económica.  Antes dijeron: "el capitalismo conduce a la explotación, al hambre y a la guerra"; hoy proclaman: "el capitalismo (o el neoliberalismo) contamina, destruye la naturaleza, calienta el clima y deteriora el paisaje".

          La contaminación, el deterioro del paisaje, los ríos sucios, son pésimas noticias que deben enfrentarse con soluciones científicas, no ideológicas. El uso irreflexivo de los recursos naturales es un riesgo para la vida humana, pero no aprovecharlos con racionalidad es, simplemente, un suicidio.

          Bajo estas premisas, ¿qué pasa con HidroAysén?  Indaguémoslo en el próximo blog.  ARL