domingo, 19 de junio de 2011

PARA QUÉ GOBERNAR (III)

      Por Alfonso Ríos Larrain
 
 
          El día que Sebastián Piñera ganó la segunda vuelta presidencial, en su discurso ante miles de partidarios que lo ovacionaban frente al hotel Crowne Plaza, dijo: "No tenemos un minuto que perder. Por eso nos hemos preparado durante años. Por eso necesitamos un Estado fuerte y eficiente, con mucho músculo y poca grasa (...) que promueva la innovación y el emprendimiento de los ciudadanos". La soflama contiene elementos que explican para qué gobierna la derecha y cuáles son sus prioridades, y refuta las conjeturas que esa misma noche escribía el columnista Patricio Navia: "Los chilenos cambiaron el piloto, pero no la hoja de ruta". Aunque el terremoto 27F postergó algunos objetivos del primer año de gobierno, sus secuelas no impidieron obtener buenos resultados, incluso mejores que las metas programadas. Los índices de crecimiento económico y empleo, la reforma educacional y el rescate de los mineros, por reiterar lo más visible, demostraban que el nuevo piloto tenía una nueva hoja de ruta. Pero comenzaron los titubeos y, con ello, los problemas. El capitán conducía la nave en medio de turbulencias previsibles, ignoraba los consejos de la tripulación, su GPS señalaba el destino pero no el mejor trayecto y alteró la hoja de ruta, emulando a pilotos que le antecedieron.  Y mientras cobraba vigencia el  augurio de Patricio Navia, crecía el malestar de los pasajeros. El viaje, novedoso al comenzar, se tornó redundante y aburrido: la conducción de la nave y el lugar de aterrizaje eran los mismos desde hace 20 años.
 
          No hay certeza si las carantoñas del Presidente Piñera a la izquierda buscan atraer apoyos coyunturales -actitud comprensible cuando se gobierna sin mayorías parlamentarias- o son el reflejo de algún trastorno hereditario que genera mutaciones ideológicas, espontáneas o inducidas, fenotipo también llamado "síndrome DC o socialista". Cualquiera sea el caso, es difícil curar esta patalogía genética, pero hay terapias con buenos resultados. Una de ellas, es rodearse de buenas amistades, de  personas que formen un buen ambiente, propugnen tus mismos valores y quieran que te vaya bien. Entonces, si en realidad quieres sanar, lo primero es acudir a tus amigos y leales colaboradores, aferrarte a ellos y no distraer energías en quienes desean tu derrota. Mira a tu alrededor y descubrirás portadores de esta enfermedad que se ven muy saludables.
 
          También es importante conocer el terreno que se pisa. Soy de los que creen que la Alianza gobierna Chile no por el triunfo de sus ideas, sino por el fracaso de la Concertación. Esto prueba que la derecha fue eficaz opositora, pero no asegura que sea buena gobernante. Para serlo, necesita demostrar que sus ideas son las mejores y es coherente, entre otras cosas, con el discurso presidencial referido al comienzo de este artículo. Cuando la derecha postula "un Estado fuerte y eficiente, con mucho músculo y poca grasa", marca una diferencia inalcanzable para la izquierda, opción ideológica que las separa irremediablemente. Nada es más devastador para la izquierda que arrebatar poder al gobierno para entregarlo a las personas. Lo mismo ocurre cuando la derecha postula "la innovación y el emprendimiento de los ciudadanos". En ambas definiciones está implícita la supremacía del individuo, su iniciativa y creatividad (derecha), versus el interés colectivo o de la mayoría circunstancial (izquierda). Es la madre de todas las batallas y su resultado afectará el predominio de una u otra posición. 
 
          El país ya sabe para qué gobernó la izquierda, pero duda para qué lo hace la derecha ¿Para contemporizar con ecoterroristas que se escudan en una centena de lobos de mar e impiden Barrancones? ¿Para negociar con los mismos ecoterroristas que se oponen a HidroAysén, mientras Chile es incapaz de producir la energía que necesita el país y 18 millones de chilenos consumen la electricidad más cara del mundo? ¿Para solidarizar con los descendientes de Frei Montalva y Allende Gossens, los referentes políticos más repudiados por la derecha chilena? ¿Para abrir las puertas de La Moneda a dirigentes de izquierda que se burlan del anfitrión en sus propias narices? ¿Para dialogar con profesores y estudiantes que se "toman" liceos y universidades, queman el inmobiliario, agreden al ministro y se apropian de las calles destruyendo bienes públicos y privados? La derecha no asumió el poder para tolerar estas actitudes, pero debe demostrarlo. La ambigüedad desconcierta a la ciudadanía, envalentona al enemigo y aleja a los partidarios.

          Gobernar es difícil, especialmente para la derecha. Para hacerlo, y bien, es necesario que sacuda sus complejos, identifique sus valores y compita con sus ideas. Puede perder, pero mucho peor es ser derrotado escondiendo las armas propias.   ARL