miércoles, 23 de febrero de 2011

EL DOLOR DEL MINISTRO

Por Alfonso Ríos Larrain

En entrevista concedida hoy a radio ADN, el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, manifestó estar dolido por las declaraciones del senador Jovino Novoa que evaluó negativamente la demora en resolver el caso Van Rysselbergue: “Me dolieron (esos dichos) porque los encuentro poco afortunados y muy injustos… Lo único que he tratado de hacer es un trabajo serio para que el Presidente Piñera pudiera tomar una decisión fundada”, dijo el ministro. Similares opiniones del senador Andrés Chadwick en “La Segunda” del viernes pasado, advirtiendo que a Jovino Novoa -“una persona extraordinariamente justa y recta”- pudo faltarle información al emitir esos juicios: “Suena injusto que un senador de la UDI le reclame al ministro del Interior por una demora, cuando parte importante de ese demora fue por consideración al partido al que pertenece el senador”, declaró Chadwick.

Entiendo el dolor de Hinzpeter. A nadie le gusta ser reprobado en público y, menos aún, cuando su intención fue actuar con seriedad y la crítica proviene del mismo sector. Pero cuando la controversia radica en la honorabilidad de un alto funcionario público; cuando hay evidencias de que el chivatazo responde a intereses políticos partidistas y no a infracciones administrativas o penales; cuando la dilación en resolver estos casos alienta la gallofa periodística, más interesada en el color y tamaño de los titulares que en indagar los hechos y la verdad; cuando la experiencia enseña que las dudas y las vacilaciones perjudican siempre al acusado, aunque haya intentos posteriores en reivindicarlo; cuando todo ello ocurre, el clamor y protesta del senador Novoa tienen plena justificación. Él sufrió en carne propia las secuelas de tal demora y el lacerante dolor que generan. No pretendo hacer un “ranking de sufrimientos”, pero me parece lógico y atendible que el senador haya intervenido para evitar que una amiga suya experimentare aflicciones derivadas de prórrogas que él estimó innecesarias.

        En mi anterior blog “Vacilaciones del Gobierno" (*), también repruebo la demora en resolver este conflicto, pero celebro el desenlace en términos parecidos al ministro Hinzpeter, anteponiendo la objetividad de los hechos a la vocinglería de la muchedumbre. Esto es lo más relevante. El dolor se cura con el tiempo y la demora… con menos tiempo  ■ ARL