martes, 19 de abril de 2011

OPORTUNIDAD PERDIDA

          Por Alfonso Ríos Larrain

            Escribo minutos después de oír a Magdalena Matte en directo renunciando al cargo de Ministra de Vivienda y Urbanismo. En mis largos años de cercanía con la política, pocas veces fui testigo de tanta dignidad, entereza y lealtad con principios y valores que dan sentido a la función pública. No ví en Magdalena Matte el más mínimo resquemor hacia nada y hacia nadie. Por el contrario, tranquila y con el señorío de la tradición republicana que lleva en la sangre, explicó los motivos de su renuncia. En sus breves palabras sólo hubo reconocimiento y gratitud. Agradeció, incluso, a los adversarios que afilaban sus navajas para la estocada final, animados por la frivolidad, rencor y amargura que no mide consecuencias.

          Magdalena Matte ha respondido con clase y desde la plataforma intelectual y humana que empequeñece aún más a esos detractores. Ahora, con cinismo inaudito, algunos diputados de oposición califican de "imprudente" esta renuncia porque puede trabar las investigaciones del caso Kodama. Saben que no es así, pero mienten una vez más. Obvio. Sólo les interesaba exponerla al escarnio público y ser ellos los verdugos, desatendiendo incluso juicios serenos, aunque tardíos, como los del diputado PPD Jorge Tarud: "No creo que la ministra Matte esté involucrada en algo sucio", declaró hace unos minutos a "La Tercera".

          "A rey muerto, rey puesto", reza el aforismo de origen monárquico, y ya tenemos un nuevo ministro: el ingeniero civil y actual intendente de la VI Región, Rodrigo Pérez Mackenna. Me parece bien que el Presidente haya procedido en este relevo con una velocidad que le desconocíamos, pero tengo algunas suspicacias. O la renuncia de Magdalena Matte estaba programada con antelación y se había resuelto su reemplazante; o la premura presidencial obedeció a la necesidad de evitar presiones para nominar al mejor de todos: el senador y también ingeniero civil, Pablo Longueira. Me quedo con la última versión. Ésto, por dos motivos.

          El primero, porque es vox populi que vivienda es un área de gobierno por la que Pablo Longueira ha confesado predilección y para la que reúne todos los requisitos: liderazgo político, experiencia y conocimientos técnicos, vocación social y talento ejecutivo. El Presidente sabe, además, que Pablo estaba dispuesto a desempeñar estas funciones renunciando al cargo de senador, al que no repostulará, y cuyo período termina en 2014.

          El segundo, porque Piñera habrá evaluado los riesgos de tener a Longueira como ministro en una cartera con exposición mediática que incluye erradicación de campamentos, soluciones habitacionales, inauguración de poblaciones, entrega de viviendas, cortes de cinta, etc. Sin olvidar, por cierto, los dividendos publicitarios que aprovechará el nuevo ministro al entregar parte de la gigantesca obra de reconstrucción 27F desarrollada por su antecesora. En fin, mucha prensa. Demasiada, a juicio de Piñera y de los "presidenciables" que hacen fila en su gabinete, todos muy temerosos de que Pablo entre en carrera restándoles cámara y minutos de televisión.

          La triste noticia que acaba de darnos Magdalena Matte pudo tener un feliz desenlace: el nombramiento de Pablo Longueira como Ministro de Vivienda y Urbanismo. El general José Joaquín Prieto no tuvo las aprensiones de Sebastián Piñera para nombrar ministro a Diego Portales; tampoco las tuvo don Manuel Montt con Antonio Varas, Napoleón con Fouché y Talleyrand, o Nixon con Henry Kissinger. Bien le haría a nuestro Presidente repasar las biografías de insignes colegas que comparten su gloria con grandes ministros.  ARL