jueves, 25 de noviembre de 2010

HERMÓGENES Y MONSEÑOR VALECH

Por Alfonso Ríos Larrain

        Sigo diariamente el blog de mi amigo Hermógenes Pérez de Arce y casi siempre concuerdo con sus opiniones. Sin embargo, tengo algunas discrepancias con su artículo de hoy “Monseñor Valech, Un Hombre Bueno”:  
http://blogdehermogenes.blogspot.com/2010/11/monsenor-valech-un-hombre-bueno.html
           
          Y no porque tenga dudas de la bondad de este obispo recientemente fallecido, sino por la participación pública que le cupo, tanto en la Vicaría de la Solidaridad como en la Comisión Tortura que lleva su nombre.

         Sin el propósito de abrir viejas heridas, pero animado por el propio Hermógenes para evitar sumarme al contingente de “cerebros lavados”, publico a continuación un comentario referido a la productividad de la Comisión Valech que recibí hace algunos años:      

      “Es admirable la inmensa capacidad de trabajo de la Comisión Valech.
"Los esforzados componentes de tal Comisión recogieron, juzgaron, redactaron y compilaron más de 35.000 casos de torturas en sólo un año de trabajo. Es decir, analizaron un promedio de… ¡96 casos diarios! Porque basta dividir 35.000 por 365 para obtener 95,89. Sin duda, tan laboriosas personas no gozaron de domingos, ni de festivos, ni de vacaciones, pues, de otro modo, habrían tenido que atender más de 100 casos diarios como promedio.
"Es admirable comprobar cómo pudieron, en tan breve tiempo -15 minutos por cada caso, trabajando 24 horas diarias, sin interrupciones- verificar cada denuncia, escuchar o leer  declaraciones de testigos y cotejarlas; y maravillosa su facilidad para reponerse ipso facto,  sicológica y espiritualmente, de la particular crudeza contenida en las terribles narraciones que escuchaban, para continuar impertérritos con el siguiente caso.
"También es digno de destacar su recorrido por el país, de extremo a extremo, y sus visitas a distintos lugares donde se practicaron torturas. Esto hace pensar que también trabajaron de noche, viajando sin comer ni dormir, para cumplir su esforzado cometido. Informaron haber recogido testimonios en 42 gobernaciones y 110 localidades del país ¡Notable!
"Y ni siquiera se veían cansados cuando concurrieron a La Moneda a entregar el fruto de sus desvelos. Al contrario, sus rostros evidenciaban lozanía y frescura, sonreían beatíficamente aunque sin exagerar (las sonrisas, digo) para demostrar cuán conmovidos estaban después de escuchar más de 35.000 casos de crímenes, abusos y despanzurros.
"Se estima que un tribunal de justicia penal ordinario no atiende más de 10 casos diarios… y siempre que sean sencillos. Entonces, parecería conveniente disolver los tribunales de justicia y reemplazarlos por la comisión referida, evitando, así, la actual demora en impartir justicia. En un par de años, como mucho, se resolverían todos los casos judiciales actualmente pendientes, más los que se vayan presentando.
"Naturalmente, habría además un importante ahorro de recursos públicos. En vez de pagar sueldos a ministros y jueces, bastaría con remunerar modestamente a una docena de los mismos integrantes de tan eficiente comisión.
"No obstante, hay quienes sostienen que los anteriores comentarios quedaron cortos si se consideran sólo 220 días laborales al año (sin vacaciones). No se sabe si los miembros de la Comisión Valech trabajaron de corrido sábados, domingos y festivos, lo que aumenta a 159 casos estudiados al día. Y si fueron tan dedicados que trabajaron sin parar 12 horas al día, los casos analizados aumentan a… ¡318 diarios!
"Otro alcance. La Comisión Valech da cuenta de 1.200 centros de detención y tortura utilizados entre 1973 y 1988. Si por ellos pasaron los 35.000 infortunados que hoy esperan una compensación del Estado torturador, ello indicaría que, en promedio, dichos centros tuvieron a 29,1 personas cada uno. Ahora bien, si en cada uno de esos 1.200 centros, había una docena de efectivos de las Fuerzas Armadas y policiales, debe colegirse que intervinieron en los mismos  -al estilo de como lo hizo el exculpado Nelson Mery o el teniente ayudante Cheyre en La Serena-  no menos de 14.400 miembros de la Defensa Nacional.
"Nadie, ni el más obtuso, niega que en Chile hubo una práctica generalizada de duro tratamiento a los sospechosos y/o militantes de organizaciones insurreccionales violentistas, conforme lo ordenaban los manuales militares y policiales de la época, la doctrina de Seguridad Nacional y los cursos en el extranjero donde fueron enviados efectivos de las Fuerzas Armadas y de Orden durante los gobiernos de Carlos Ibáñez, Jorge Alessandri, Frei Montalva y Salvador Allende. Ahí se recomendaban los rudos tratamientos de prisioneros en centros de reclusión israelíes y de los Estados Unidos, procedimientos que desconocían sus derechos a los detenidos, tal como parece ocurrir hoy en Guantánamo.
"Por lo tanto, aceptar que la farisaica actitud de la Comisión Valech es “para más verdad y reconciliación entre los chilenos”, es una grosera burla al intelecto. Cualquier analista sensato sabe que la divulgación cariacontecida de dichos testimonios, con la orquestación de todo el aparato de desinformación gubernamental, no hará otra cosa que estimular el odio entre los chilenos, emponzoñando a una juventud que en esa época no había nacido.
"Es decir, aquellos que coreaban “Pueblo, Conciencia y Fusil” o “Avanzar sin transar”, y asumían como dogma revelado que la violencia es la partera de la historia, cuando la oportunidad se les presenta -ayudados por la pasividad de la centro-derecha política y periodística- tergiversan los hechos, cubren su piel con lana de cordero y aparecen como víctimas inocentes para envenenar el alma nacional”.

       Creo, como Hermógenes, que el obispo Valech fue un hombre bueno. Comprendo, además, las complejidades de mediar con gobiernos de signos tan distintos y en temas tan sensibles como los derechos humanos. Pero ni el 24/7 de la actual administración alcanzaría la “eficiencia” de la Comisión Tortura… Creo, por lo tanto, que este cometido no agrega galardones a la trayectoria de monseñor Valech. ARL

YO, EL LÁPIZ




Nota del editor: El siguiente artículo fue enviado por el abogado Felipe Ríos Larrain, residente en Madrid (España) y seguidor de este blog. Agradecemos su colaboración.

Referencias del autor: Leonard E. Read (1898-1983) creó “The Foundation for Economic Education” en 1948, desempeñándose como presidente hasta su fallecimiento. Miembro de la sociedad Mont Pelerin y profesor del Rampart College, Read fue quien primero desarrolló el término “libertario” como sinónimo de individualista-capitalista para distinguirse de los liberales clásicos que apoyaron el New Deal. Autor de 29 libros y numerosas publicaciones, su ensayo más famoso es "Yo, el Lápiz" (*), publicado originalmente “The Freeman” (1958) y reproducido a continuación. Pese a que algunas descripciones y lugares han variado en los últimos 52 años, los principios se mantienen inalterables.
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YO, EL LÁPIZ
POR LEONARD E. READ

Yo soy un lápiz de grafito, el típico lápiz de madera tan conocido por todos los chicos, chicas y adultos que saben leer y escribir.

Escribir es al mismo tiempo mi vocación y mi distracción. Es todo lo que hago. Ustedes se preguntarán por qué debo confeccionar mi árbol genealógico. Bueno, para empezar mi historia es interesante. Y además, yo soy un misterio, mayor aún del que puede representar un árbol, un atardecer o un  relámpago. Lamentablemente, quienes me utilizan dan por sentado que soy un mero incidente, carente de todo pasado. Esta actitud  me relega al nivel de algo meramente trivial. La humanidad cae así en una especie  de penoso error, con el cual no podrá persistir mucho tiempo sin peligrar.

Yo, el lápiz, si bien en apariencia soy algo sencillo, merezco su asombro y admiración por las razones que más adelante probaré. En realidad, si ustedes logran entenderme -lo que realmente es mucho pedir de alguien-, si consiguen darse cuenta del milagro que vengo a simbolizar,  podrán ayudar a salvar la libertad que desgraciadamente la humanidad de a poco va perdiendo. Tengo una profunda lección que enseñar. Y puedo transmitirla mejor que un automóvil, un aeroplano o una lavadora de platos podrían hacerlo, en virtud de ser aparentemente algo muy simple.

¿Simple? Sin embargo, ni una sola persona sobre la tierra sabe cómo hacerme. Esto suena fantástico, ¿no es cierto? Especialmente cuando se toma conciencia que alrededor de cien a cien millones y medio  de unidades como yo son producidas en los Estados Unidos cada año. Tómenme y obsérvenme. ¿Qué es lo que ven? Sus ojos no encontrarán gran cosa, hay un poco de madera, barniz, la etiqueta, la mina de grafito, algo de metal y una goma de borrar.

Innumerables Antecedentes

Así como para ustedes sería casi imposible trazar su árbol genealógico yendo muy hacia atrás en el tiempo, también lo es para mi citar y explicar todos mis antecedentes. De cualquier manera, desearía mencionar algunos de ellos para los efectos de impresionarlos con la riqueza y complejidad de mi currículum que comienza, precisamente, con un árbol: un cedro de fibra recta que crece en el  norte de California y Oregón. Contemplen ahora todos aquellos elementos que requiere la tarea de cortar el árbol y transportar los troncos hasta la vía muerta del ferrocarril: sierras, camiones, sogas y muchos otros pertrechos. Piensen en todas las personas y en las innumerables técnicas que intervinieron en su fabricación:  la extracción del mineral, la obtención del acero y su conversión en sierras, ejes, motores; el cultivo del cáñamo y su paso por todas las etapas hasta llegar a la soga pesada y resistente; los campamentos de los obreros con sus camas y comedores. ¡Miles de personas han intervenido solamente en cada taza de café que beben los leñadores!

Los troncos son transportados hacia un aserradero en San Leandro, California. ¿Pueden ustedes imaginar a todos aquellos individuos que participan en la fabricación de los vagones, los rieles, los motores del ferrocarril y en la instalación de  los  sistemas de comunicación? Hay legiones de personas entre mis antecedentes. Consideren las tareas que se llevan a cabo en el aserradero en San Leandro. Los troncos de cedro son cortados en pequeñas láminas de menos de un cuarto de pulgada cada una de grosor. Las mismas son secadas y entintadas por idénticas razones por las que las mujeres ponen rouge en sus rostros: la gente prefiere que yo luzca hermoso y no de un blanco pálido. Las láminas de madera son enceradas y secadas en un horno nuevamente.


¿Cuántos conocimientos intervinieron en la fabricación de la tinta y de los hornos, en la generación de calor, en la luz y la energía, las poleas, los motores, y en todas las cosas que una fábrica requiere? ¿Incluimos a los que realizan la limpieza de la fábrica entre mis ancestros? Sí, y también a quienes vertieron el concreto para edificar la represa hidroeléctrica con la cual la Compañía de Gas y Electricidad del Pacífico suministra energía a la fábrica.

Tampoco pasen por alto a aquellos ancestros presentes y distantes que han participado del transporte de sesenta vagones de carga con planchuelas de madera a lo largo del país.


Ya en la fábrica de lápices -US$ 4.000.000 en maquinarias y edificios, un capital acumulado por ahorrativos parientes míos- se trazan ocho surcos utilizando una compleja máquina sobre cada lámina, después de lo cual otra máquina coloca una punta en cada una, aplica pegamento y ubica otra lámina sobre ella, formando una especie de sándwich.  Entonces, siete hermanos y yo somos mecánicamente tallados.

Mi "punta" en sí misma es compleja. El grafito es extraído de Ceilán. Tengan presente a los mineros y a todos aquellos que produjeron sus  diversas herramientas y a los que elaboraron las bolsas de papel en las cuales el grafito es transportado y a quienes fabricaron las cuerdas con las cuales se atan las bolsas, aquellos que las cargaron en los barcos y a quienes fabricaron esos barcos. Inclusive, los encargados del faro que guía a las naves y los operarios del puerto participaron de mi nacimiento. El grafito es mezclado con arcilla proveniente de Missisipi que se refina utilizando hidróxido de amonio. Posteriormente, son añadidos agentes humectantes, tales como cebo sulfurado, que es grasa animal químicamente tratada con ácido sulfúrico. Luego de pasar por numerosas máquinas, la mezcla finalmente luce como salida de una picadora de carne que pasará a ser cortada a medida, secada y horneada por varias horas a una temperatura de 1.850 grados Fahrenheit. Para aumentar su resistencia y suavidad, las puntas son tratadas con una mezcla caliente que incluye cera proveniente de México, parafina y grasas naturales hidrogenadas.

La madera de cedro recibe seis manos de esmalte ¿Tienen idea de cuáles son todos los ingredientes del esmalte? ¿Se le ocurriría a alguien pensar que las refinerías de aceite de castor forman parte de él? Pues, así es. Al mismo tiempo, el proceso a través del cual se logra que el esmalte tenga un atractivo color amarillo, involucra las habilidades de más personas de las que alguien podría enumerar.

Observen la etiqueta. Esa película se forma aplicándole calor a una combinación de carbón negro con resinas. ¿Cómo se producen las resinas y qué queremos decir con "carbón negro"?
Mi pequeña porción de metal está hecha de cobre. Piensen en todos aquellos que se dedican a la extracción del zinc y del cobre, y en quienes conocen las técnicas para producir finas y brillantes láminas con ambos elementos naturales. Los negros anillos que se observan en mi cuerpo son de níquel negro. ¿Qué es el níquel negro y cómo se lo aplica? A su vez, la historia completa de por qué el centro de mi cuerpo no posee níquel negro demandaría páginas enteras para explicarla.

Luego llega el momento de mi "coronación", a la que poco elegantemente se la conoce en el mundo comercial como "la arandela", la parte que los individuos utilizan para borrar aquellos errores que cometen conmigo. Un ingrediente llamado "factice" es lo que constituye esa parte de mí ser. Es un producto de características similares al caucho, hecho con un aceite proveniente de las Antillas Holandesas, mezclado con cloruro sulfurado. La llamada "goma", contrariamente a la opinión popular, se utiliza solamente para pegar. Existen también, numerosos agentes vulcanizadores y aceleradores. Por ejemplo, la piedra pómez proviene de Italia, y el pigmento que otorga a la arandela su color es cadmio sulfurado.

Nadie Lo Sabe

¿Quiere alguien desafiar mi afirmación inicial de que ningún individuo sobre la tierra sabe cómo fabricarme? En realidad, millones de seres humanos han participado de mi creación,  cada uno de los cuales conoce sólo muy poco del resto. Podrán decir, tal vez, que voy demasiado lejos al incluir entre ellos a quienes cosechan café en el Brasil y a quienes elaboran alimentos en cualquier otra parte del mundo, como partícipes de mi nacimiento. Pese a ello, debo mantener mi aserto anterior: no hay un sólo individuo entre todos esos millones de seres, incluyendo al presidente de la compañía de lápices, que contribuya a mi elaboración más que con una infinitesimal parte de conocimiento o know how. La única diferencia que existe entre el minero que extrae el grafito en Ceilán y el leñador de Oregón está en el tipo de know how que ambos poseen. Ni el minero ni el leñador pueden ser dejados de lado.

He aquí un hecho pasmoso: ni el minero que extrae el grafito, ni quienes conducen o fabrican los barcos, trenes o camiones, ni quien pone en funcionamiento la máquina que talla mis partes metálicas, realizan su tarea porque me quieren. Ellos me quieren tal vez aún menos de lo que puede hacerlo un alumno de primer grado. En realidad, entre esta vasta multitud existe algo en común que nada tiene que ver con la circunstancia de que alguna vez hayan visto un lápiz, o que sepan o no como utilizarlo. Su motivación es algo que está más allá de mi propia existencia. Quizás sea algo como esto: cada uno de estos millones de individuos observa que pueden intercambiar su pequeña parte de conocimiento respecto de cómo se produce un lápiz, por aquellos bienes y servicios que necesitan o desean, pudiendo yo encontrarme o no entre esos bienes.

Ninguna Mente Maestra

Existe aún un hecho más pasmoso: La ausencia de una mente maestra de alguien dictando o dirigiendo por la fuerza todas estas incontables acciones que me permiten cobrar vida. Ni el más mínimo rastro de tal clase de persona puede encontrarse. En cambio, hallamos a la Mano Invisible trabajando. Este es el misterio que refería al comienzo de mi relato. Se ha sostenido que solamente Dios puede crear un árbol. ¿Por qué solemos coincidir con esto? ¿Será tal vez porque somos conscientes de que nosotros no podemos producirlo? ¿Podemos realmente describir cómo es un árbol? No, no podemos hacerlo, excepto de una forma muy superficial. Podemos decir, por ejemplo, que una determinada configuración molecular se manifiesta a sí misma como un árbol. Nada más.

Yo, el lápiz, soy una compleja combinación de milagros: un árbol, zinc, cobre, grafito, etc. Pero a todos estos milagros que se ponen de manifiesto en la naturaleza se le ha añadido un milagro aún más extraordinario: la configuración de creativas energías humanas, millones de pequeños know how dando forma a una natural y espontánea respuesta a una necesidad y a un deseo humano y en ausencia de cualquier clase de “mente maestra”. Partiendo de la base de que solamente Dios puede crear un árbol, yo insisto en que solamente Dios puede hacerme. Los hombres no pueden dirigir estos millones de know how que me permiten nacer más de lo que son capaces de unir las moléculas que generan un árbol.

Lo expresado es lo que quise decir cuando escribí: "Si consiguen darse cuenta del milagro que simbolizo podrán ayudar a salvar la libertad que desgraciadamente la humanidad pierde poco a poco". Si alguien es consciente de que estos know how se armonizarán natural y automáticamente dando forma a actividades creativas y productivas en respuesta a las necesidades y demandas de los individuos, y en ausencia de toda "mente maestra" gubernamental o coercitiva, esa persona poseerá un ingrediente absolutamente esencial para la libertad: fe en la libertad individual . Y la libertad es imposible sin esa fe.

Una vez que el gobierno toma para sí el monopolio de alguna actividad creativa -por ejemplo, el servicio de correos- la mayoría de los individuos creerá que la correspondencia no podrá ser eficientemente despachada por particulares actuando libremente. El motivo es que cada uno admitirá que no puede por sí mismo conocer todas las facetas que involucra la entrega de correspondencia. Creerá, además, que ningún otro individuo sabe cómo hacerlo. Estas percepciones son en realidad correctas. Nadie posee suficiente know how para desarrollar un servicio nacional de correos, del mismo modo que nadie posee los suficientes conocimientos como para fabricar un lápiz. Ahora bien, ante la falta de fe en la libertad individual, ante el desconocimiento de que millones de pequeños know how natural y milagrosamente confluirán para satisfacer una necesidad del mercado, la opinión pública arribará a la errónea conclusión de que el correo puede ser repartido únicamente por una "mente maestra" gubernamental.

Testimonios en Abundancia

Si yo, el lápiz, fuera el único ítem que pudiera ofrecer testimonio acerca de lo que los hombres y mujeres pueden llegar a alcanzar cuando se les permite comerciar libremente, entonces quienes tienen poca fe tendrían una justificación. Sin embargo, observamos que el despacho de correspondencia es algo relativamente simple si se lo compara, por ejemplo, con la fabricación de un automóvil, de una calculadora o con miles de otras cosas. ¿Despachar? En esta área donde los individuos han sido dejados en libertad, ellos trasladan la voz humana alrededor del mundo en menos de un segundo; hacen llegar un evento visualmente y con movimiento hasta el hogar de cualquier persona al mismo tiempo en que está ocurriendo; despachan 150 pasajeros desde Seattle hasta Baltimore en menos de cuatro horas; acarrean gas desde Texas hasta Nueva York a tarifas increíblemente bajas y sin ninguna clase de subsidios; transportan cuatro libras de  petróleo desde el Golfo Pérsico hasta la Costa Occidental -media vuelta al mundo- por menos dinero del que cobra el gobierno por despachar una carta simple hasta la vereda de enfrente.

La lección que tengo para transmitir son las siguientes: 

- Déjese a las energías creativas fluir libremente. Simplemente, organícese a la sociedad para actuar en armonía con esta lección;

- Procúrese que la organización jurídica remueva todos los obstáculos lo más que pueda;

- Permítase que los conocimientos surjan libremente;

- Téngase fe en que los hombres y mujeres libres responderán a la Mano Invisible. Esa fe será ampliamente confirmada.

Yo, el lápiz, aparentemente tan simple, ofrendo el milagro de mi creación como testimonio de que esa fe resultará muy práctica, tan práctica como lo son el sol, la lluvia, un cedro, la buena tierra.


(*) Artículo adaptado originalmente al castellano por el Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP) para su serie "Ideas de Libertad".