martes, 16 de noviembre de 2010

SOBRE EL DINERO (Primera Parte)

Por Marcos Ríos Larrain
Abogado

Nota del editor: 
El abogado chileno Marcos Ríos Larrain nos ha enviado el siguiente artículo que, debido a su extensión, publicamos en tres (3) ediciones. Agradecemos su colaboración. 


     
             Francisco d'Anconia es uno de los personajes más atrayentes de la novela “La Rebelión de Atlas” (Atlas Shrugged”, 1957) de Ayn Rand. Ante la demencia colectiva de rescates financieros y emisiones inorgánicas que hacen actualmente los bancos centrales de varios países, estimo de interés reproducir el monólogo de d’Anconia sobre el origen y significado del dinero que narra el segundo capítulo titulado: “La Aristocracia de la Violencia”.

Versión en español: Julio Fernández-Yáñez (Luis de Garalt, 1961)
La versión en inglés se encuentra en:

Marcos Ríos Larrain
Abogado

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Industrial del cobre de origen argentino, Francisco d’Anconia asiste a una concurrida fiesta de la sociedad neoyorkina. Conversa con una mujer elegantemente vestida que luce enormes pendientes de diamantes. Ella pregunta:

-          Señor d’Anconia, ¿qué cree que va a pasarle al mundo?
-          Exactamente lo que merece.
-          ¡Oh! ¡Qué cruel!
        ¿Es que usted no cree en la influencia de las leyes morales, madame?- preguntó Francisco gravemente. Pues yo sí.

Uno de los invitados murmuró a la mujer:

-         No permita que este hombre la perturbe. Usted sabe que el dinero es el origen de todo mal y que d'Anconia es un producto típico del dinero.

Francisco alcanzó a oírlo. Con grave y cortés sonrisa, lo encaró:

-         “¿De modo que usted cree que el dinero es el origen de todo mal? ¿Ha reflexionado en cuál es el origen del dinero? El dinero es un instrumento de cambio que no podría existir si no se produjeran bienes ni hubiera hombres capaces de crearlos. El dinero es la forma material del principio según el cual quienes deseen tratar con otros han de hacerlo a través del comercio, entregando valor por valor. El dinero no es el instrumento de los pedigüeños que solicitan productos con lágrimas, ni de los saqueadores que los arrebatan por la fuerza. El dinero sólo es posible gracias a quienes producen. ¿Es eso lo que usted considera culpable?

“Cuando se acepta dinero en pago del propio esfuerzo se hace bajo la condición de que luego se podrá cambiar por el producto del esfuerzo ajeno. No son los pusilánimes ni los merodeadores los que dan valor al dinero. Ni un océano de lágrimas ni todos los cañones de la tierra podrán transformar los pedazos de papel que usted lleva en la billetera en el pan necesario para sobrevivir mañana. Esos pedazos de papel -que en realidad debieran ser de oro- constituyen una prenda de honor: su demanda de energía a la gente que produce. Su billetera es la declaración de esperanza según la cual, en algún lugar del mundo, existen hombres incapaces de quebrantar ese principio moral que es la raíz del dinero. ¿Es eso lo que usted considera malvado?

“¿Se ha preocupado alguna vez en investigar las raíces de la producción? Observe un generador eléctrico y atrévase a pensar que ha sido creado por el esfuerzo muscular de brutos sin inteligencia. Intente hacer crecer una semilla de trigo sin los conocimientos transmitidos por quienes lo descubrieron o iniciaron su explotación. Trate de obtener alimento tan sólo con movimientos físicos y comprenderá que la mente humana es la raíz de todos los bienes producidos y de cuanta riqueza ha existido jamás sobre la tierra.

“Pero usted asegura que el dinero lo consiguen los fuertes a expensas de los débiles. ¿A qué fuerza se refiere? No será la fuerza de las armas o de los músculos. La riqueza es el producto de la capacidad del hombre para  pensar. ¿Consigue el dinero quien inventa un motor a expensas de quienes  no lo inventaron? ¿Lo consigue el inteligente a expensas del tonto? ¿El capacitado a expensas del incompetente? El dinero se hace antes de que pueda ser arrebatado por un ladrón o solicitado mediante lágrimas; se hace por el esfuerzo de todo hombre honrado y en la medida de la capacidad de cada cual. El hombre honesto es aquel que comprende que no puede consumir más de lo que ha producido.

“Comerciar por medio del dinero es el código de los hombres de buena voluntad. El dinero descansa en el axioma de que cada persona es dueña de su mente y de su trabajo. El dinero no permite a ningún poder humano prescribir el valor de un esfuerzo, excepto por elección voluntaria de quien sienta deseos de ofrecer el suyo a cambio. El dinero permite obtener por sus propios bienes y trabajo aquello que quienes han de adquirirlo consideran apropiado. Pero no más. Y no permite otros tratos que los que se llevan a cabo en beneficio mutuo por el recto juicio de ambas partes. El dinero exige el reconocimiento de que el ser humano ha de trabajar en beneficio propio, y no en su daño; para ganar y no para perder. Equivale a reconocer que el ser humano no es una bestia de carga nacida para transformar el fardo de su propia miseria; que hay que ofrecer valores y no quejas; que el lazo común entre los hombres no es un intercambio de sufrimientos, sino de mercancías. El dinero exige que usted venda, pero no debilidad a cambio de estupidez, sino talento a cambio de razón; exige que se compre, no lo peor que se ofrezca, sino lo mejor que se pueda conseguir. Y cuando los hombres viven para el comercio -con la razón y no la fuerza como árbitro decisivo- el mejor producto es el que gana: el trabajo más perfecto, el hombre de mejor juicio y más alta maestría. Y el grado que logre la productividad de cada hombre será también el de su recompensa. Tal es el código de la existencia cuya herramienta y símbolo es el dinero. ¿Y usted considera eso reprobable? 

“El dinero no comprará la felicidad para quien no tenga un concepto claro de lo que desea, ni le proveerá un propósito si ha eludido la elección de lo que busca. El dinero no conseguirá inteligencia para el tonto, ni admiración para el cobarde, ni respeto para el incompetente. Quien intenta comprar el cerebro de su superior para que le sirva, reemplazando con dinero su capacidad de juicio, termina por convertirse en víctima de sus inferiores; las personas inteligentes lo abandonan, pero él sigue engañando y los fracasos acuden en masa atraídos por una ley que él no ha descubierto: que ningún ser humano puede ser inferior a su dinero. ¿Es este el motivo por el que lo considera denigrante?

“El dinero es vuestro medio de supervivencia. El veredicto que pronunciéis acerca de la fuente de vuestro sustento es el mismo que pronunciáis de la vida misma. Si la fuente es corrupta, habréis condenado vuestra existencia. ¿Adquiristeis el dinero con fraude? ¿Halagando los vicios de la estupidez humana? ¿Te acercasteis a seres estúpidos con la esperanza de conseguir más de lo que vuestra habilidad merece? En tal caso, vuestro dinero no os proporcionará ni un momento digno de auténtica alegría. Todo cuanto compréis no se convertirá en tributo, sino en reproche; no en triunfo sino en constante evocador de vergüenza. Entonces, gritaréis que el dinero es malsano. ¿Malsano porque no está a la altura de vuestro propio respeto? ¿Malsano porque no os deja disfrutar vuestra propia depravación? ¿Es ésa la causa de vuestro odio al dinero?".

  (Continúa)

QUICKIES (I)

I dialed a number and got the following recording:
"I am not available right now,
but thank you for caring enough to call. 
I am making some changes in my life. 
Please leave a message after the beep.
If I do not return your call, 
you are one of the changes".

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My wife and I had words,
 but I didn't get to use mine.

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The irony of life is that:
By the time, 
you are old enough to know your way around:
You're not going anywhere.

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I was always taught to respect my elders, 
but it keeps getting harder to find one.

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Man comes home, finds his wife with his friend in bed.  
He shoots his friend and kills him.
Wife says:
"If you behave like this, you will lose all your friends”


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A young boy asks his Dad:
"What´s the difference between confident and confidential?"
Dad says:
 "You are my son, I'm confident about that.
Your friend over there is also my son, that's confidential".

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A three-year-old boy was examining his testicles while taking a bath:
"Mom, he asked, are these my brains?"
"Not yet", she replied.

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