miércoles, 7 de septiembre de 2011

LAS CONGOJAS DE DON JUAN


Nota del Editor:
El título es mera coincidencia con la obra de teatro del abogado y dramaturgo costarricense, Alfonso Rodríguez Martínez. No se trata, pues, de las tribulaciones de don Juan Tenorio, sino de las congojas de don Juan Céspedes, confidente de nuestro colaborador Fernando Larrañaga.
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          Hoy me llamó don Juan Céspedes, aquel chileno de clase media cuya experiencia relaté en este blog hace dos meses:

               http://trastienda-arl.blogspot.com/2011_07_05_archive.html
                
          "El domingo en la noche -comenzó don Juan- ví la entrevista a don Piñera en el programa 'Tolerancia Cero'. Me gustó porque lo sentí como más humilde, aceptando con angustia que le faltaban muchas cosas por hacer, que los chilenos esperaban más de él y que no había podido cumplirles a pesar de sus intentos. No sentí pena porque el hombre mostró entusiasmo y optimismo para alcanzar sus metas.

          "Por ahí me enteré que don Piñera es un entusiasta jugador de cartas y un buen apostador, a lo Steve McQueen y Edward G. Robinson en la película 'El Gran Desafío'... ¿Se acuerda? Ahora apostó por los estudiantes y parece que les resolverá la situación, no sin antes medir sus fuerzas, negociar con ellos y ceder en casi todas sus demandas. De paso, aliviará un problema económico a los padres porque el estudio de los cabros se ha transformado en una mochila bien pesada para nosotros. En todo caso, este arreglo costará muy caro al país y sólo el tiempo evaluará sus resultados".


         Seguí oyendo a don Juan porque hablaba del Presidente. Me había contado que votó por él y deseaba conocer los motivos de tal simpatía.
       
        "El mejor momento de la entrevista fue cuando dijo que estaba preocupado por hacer de Chile un país donde se respete a los ciudadanos, donde no haya abusos como el de La Polar. Y por eso lo llamo, don Fernando, para recordarle lo que hablamos el día en que yo esperaba el Transantiago y le expresé toda esa rabia acumulada que me vino a la mente mientras pasaban las horas sin poder tomar el bus para llegar a mi trabajo en la mañana y volver a mi casa en la tarde. No quiero reiterar mi molestia por la falta de respeto que vivo todos los días y la indefensión en que me encuentro, pero tuve una grata sorpresa cuando a los pocos días de hablar con usted el Presidente nombró ministro a don Pablo Longueira y este caballero, no más jurar, habló y tomó algunas medidas sobre los mismos temas. Para mí fue como una luz al final del túnel, ¿me entiende? Y ahora pregunto: ¿por qué es tan complicado borrar de un plumazo tantas aberraciones? ¿Por qué tanta necesidad de ley y consultas al Parlamento si un ministro, a pocas horas de asumir el cargo, da un par de golpes en la mesa y miles de chilenos que habían repactado sus deudas con casas comerciales salen del Dicom, instruye el 'pronto pago' a las Pymes proveedoras del Estado y reactiva el Sernac Financiero para proteger nuestros derechos como consumidores? Si pudo hacerlo don Longueira, también puede hacerlo el Presidente, ¿o no? ¿Quién es el jefazo? ¡Don Seba, po iñor! ¡Si pa' eso lo elegimos!

        "Perdone que le quite unos minutos, don Fernando, pero poniéndome educado quiero agregar lo siguiente:

- "¿Hasta cuándo pensamos que en Chile somos todos ladrones? Las leyes se hacen pensando en que somos un país de pillos ¿A dónde conduce esta mentalidad? En la Concertación inventaron que hasta para suscribir una carta hay que poner la huella digital al lado de la firma. Parecemos todos prontuariados y no se confía ni en los notarios ¿Se da cuenta del atentado que esto significa para la dignidad de las personas? Somos el único país del mundo con esta modalidad que 'los concertas' habrán copiado de la Unión Soviética, digo yo. Y como se presume que todos los chilenos somos ladrones, métale más superintendencias y más fiscalizadores que pagan todos los chilenos; o sea, todos los ladrones. Ahora don Piñera quiere una Superintendencia de Educación ¡Hasta cuándo! Si los frescos quieren saltarse las leyes y hacer mal uso de los recursos de todos los chilenos, sobran los inspectores pagados. Toititos los chilenos los vamos a denunciar y después que los procese la justicia... con jueces serios, claro está.

- "¿Hasta cuándo vamos a aceptar que las empresas que venden servicios públicos de sobrevivencia -agua, luz, teléfono, TAG, etc- cobren las cuentas sin siquiera mandarlas por correo y, luego, apliquen multas e intereses, corten el servicio sin importarles el motivo y, además, nos pongan en Dicom, una empresa privada que cobra por publicar deudores que ni la misma justicia ha definido como tales? La verdad, don Fernando, no tenemos cómo defendernos. Y si queremos alegar por algún cobro indebido debemos pedir permiso para ausentarnos del trabajo a cuenta de vacaciones, esperar varias horas para ser atendidos en las ventanillas de reclamo y otros tantos días más para que nos notifiquen el rutinario ´no ha lugar´ a nuestra petición. No corresponde, digo yo, porque en un verdadero estado de derecho esto se resuelve en los tribunales y no por la voluntad de un funcionario público o de una empresa. Este es un atropello más a los derechos ciudadanos que el Presidente puede y debe eliminar de un plumazo.

- "¿Qué derecho tengo como ciudadano para demandar al Estado de Chile por haberme quitado la movilización colectiva e inventar el millonario negocio del Transanstiago? ¡Ninguno, don Fernando! Entonces, a esperar durante horas la porquería de servicio que inventó el señor Lagos desde su escritorio y a puertas cerradas, y que puso en ejecución la señora Bachelet... aunque no le 'tincaba'.

- "¿Y qué me dice del poder que tienen las municipalidades? Ahora me cuentan que no sólo tendrán la facultad de cursar infracciones y cobrarlas, sino que, además, seremos juzgados por funcionarios municipales con atribuciones, incluso, de apercibir bajo arresto a los presuntos infractores que no acudan a la primera citación ¿Qué estado de derecho es éste? ¿Es forma de respetar al ciudadano? Estamos muy mal, don Fernando, con excepción de los poderosos; no los ricos, sino los poderosos.

         "Tengo una idea que usted puede hacer llegar a don Piñera. Dígale que ahorre plata en tantas superintendencias y fiscalizaciones y haga una ley que otorgue recursos para que el ciudadano común pueda defenderse de estas arbitrariedades. Con esa plata -un 'voucher' dirían los técnicos- contrataríamos abogados para demandar a cuanto fresco quiera abusar de nosotros o faltarnos el respeto. Le aseguro que el Congreso Nacional enterito aprobará esta iniciativa, sea por convencimiento o por temor al electorado, y el Fisco ahorrará la mitad de lo que hoy gasta en la maraña burocrática de fiscalizadores que ni siquiera hacen bien la pega.

       "Podría señalar otros ejemplos pero no quiero aburrirlo. Lo importante es recuperar el principio de que el Estado tiene como misión fundamental proteger los derechos ciudadanos y reprimir a quien los vulnere en cualquiera forma, fuere del sector público o del privado. A mi me gustan las personas que lo hacen bien y ganan plata; lo mismo corre para el Estado. Para eso pagamos los servicios que recibimos. Y, gracias a Dios, Chile está sanito, como dice el señor de Gregorio del Banco Central.

       "Un último encargo, don Fernando. Si habla con don Piñera pídale que por favor explique -ojalá por cadena nacional- qué cosa son 'las primarias' y por qué tanto alboroto con este asunto. Al menos nosotros, en nuestra comuna, no sabemos qué significa, pero suponemos que si él lanzó esta idea con tanto revuelo debe ser algo super importante para el país".
      
       Le dije que las 'Primaries' o elecciones primarias funcionan en los Estados  Unidos de América desde la época del Presidente Teodoro Roosevelt y, más reciente, en países tan relevantes como Armenia, Ecuador y Costa Rica, pero que desconocía en detalle la incorporación de este sistema al régimen electoral chileno. Don Juan, riéndose, acotó: "Pero si acá, en Chile, ni el dólar funciona bien. Imagínese cómo será la cosa con esta invención de los gringos...". Me impresiona la pícara sabiduría de don Juan Céspedes y lo difícil que resulta emborracharle la perdiz.
         
       Me despedí prometiéndole transmitir su ferviente recado al Presidente, un ciudadano con autoridad y poder suficientes para solucionar estos simples problemas que agobian a don Juan y a la inmensa mayoría de los chilenos. Démosle ánimo para iniciar la tarea. Don Piñera lo necesita y Chile también.

              
                        Fernando Larrañaga L.