viernes, 24 de diciembre de 2010

PRIVATIZACIONES Y DESPARPAJO

  
         Por Alfonso Ríos Larrain

El desplome del muro de Berlín fue el réquiem del imperialismo soviético y de su hegemonía política, geográfica y militar, pero las faenas de demolición datan mucho antes: responden a la concepción intelectual del comunismo y se intensifican con su ejercicio.  Para comprenderlo mejor, la sentencia atribuida a Ronald Reagan: “Un comunista es alguien que ha leído a Marx; un anticomunista es alguien que ha entendido a Marx”. El balance de 70 años de tiranía, hambre y genocidio derribó aquel muro e hirió de muerte a sus constructores, pero hay varios sobrevivientes que zangolotean esperando una nueva oportunidad. Alientan sus esperanzas quienes presumen de adversarios pero se unen a ellos en pactos políticos (“instrumentales” dicen, para mitigar el contubernio), hacen “gestos de fraternidad, cortesía y amistad cívica” (como el presidente de la DC, senador Ignacio Walker, que festejó los 95 años de vida del Partido Comunista de Chile), y adhieren a las premisas del comunismo y sus derivados socialistas. Algunos lo hacen por aproximación ideológica ("un viejo amor no se olvida ni se deja", dice un viejo bolero); otros, por debilidad o simple conveniencia.

Nos hemos acostumbrado al doble estándar de la Concertación en temas políticos, sociales, económicos y de derechos humanos. Estamos preparados para cualquier embate que procure marcar diferencias con el actual gobierno, justificar su rol opositor o cohesionar a sus desmembradas huestes. No nos sorprendió la interpelación a una ministra para objetar sus obras en las tareas de reconstrucción; ni el insensato acuerdo que rechazó la idea de legislar el aumento de remuneraciones al sector público, incluido  el bochornoso epílogo de aprobar la propuesta oficialista mediante una negociación hecha a espaldas y contra la voluntad de las bancas opositoras. Sin menospreciar el daño que estas conductas causan a la credibilidad de los políticos, ellas no deben asombrarnos.  La búsqueda del poder -y la política es una de sus manifestaciones- nos brinda un copioso relato de intrigas y artimañas cuya reiteración las hace tan tolerables como predecibles. Pero ahora se les pasó la mano. Las declaraciones de los ex presidentes Frei y Lagos impugnando la iniciativa de vender por medio de oferta pública la participación estatal en algunas empresas, son de una incoherencia y desfachatez sin límites.

Durante el mandato de Frei Ruiz-Tagle se privatizaron empresas sanitarias, eléctricas, mineras, de energía y comunicación, recaudando una suma cercana a los 3.000 millones de dólares. Lagos optó por “concesionar” varias empresas y servicios públicos a 30 años prorrogables, una sutil modalidad que atenúa la repugnancia ideológica que ha de causarle la acción de "privatizar". Lo hicieron a contrapelo, es cierto, pero les sirvió para hacer caja, adquirir un new look acorde con la globalización, cumplir las exigencias libremercadistas de los tratados internacionales de libre comercio, aceptar las condiciones impuestas por la Comunidad Económica Europea (según confesión del propio Ricardo Lagos) y calificar como aspirante en las "cumbres" de países desarrollados. En fin, cualquiera hubiese sido su motivación, el desenlace fue bueno para el país y es, por lejos, el legado más valioso de ambos gobiernos.

Pero no tienen remedio. En Frei y Lagos prima la necesidad de captar cámaras y mantener vigencia a cualquier precio, sin importarles formas ni contenidos. Lo mismo ocurre al senador Zaldívar y otros estridentes voceros que se oponen a vender acciones del Estado en empresas cuya privatización defendieron y aprobaron con sus votos. El país les pasará la cuenta, pero ¿la pagarán? No creo. Buscarán maneras de no hacerlo. Porque el mismo desparpajo que hoy tienen para emporcar su mejor obra de gobierno les volverá a ser útil para ceder cupos municipales y parlamentarios, buscar mayorías espurias y dar oxígeno a los sobrevivientes del muro. Vuelvo a Reagan: presumo que leyeron a Marx, pero ¿lo habrán entendido? ARL