jueves, 28 de abril de 2011

EL INCONTINENTE VARGAS LLOSA

           
            Por Alfonso Ríos Larrain


          Mario Vargas Llosa se ha caracterizado por tener posiciones políticas cambiantes y difusas, aunque iba mejorando. Marxista en su época universitaria, fue miembro activo de Cahuide (1953), mojiganga que mantenía vivo al proscrito Partido Comunista Peruano. Desvinculado de aquel grupo, militó en el Partido Demócrata Cristiano, esperanzado en que dicho movimiento proclamara la candidatura presidencial del ex presidente José Luis Bustamante y Rivero, pariente suyo e íntimo amigo de su abuelo. Fallido aquel intento, renunció al PDC, pero mantuvo excelentes relaciones con la Cuba de Fidel, viajando periódicamente a la isla para integrar jurados que premiaban a escritores comprometidos con la revolución. El bullado "caso Padilla" -proceso en contra del poeta cubano Heberto Padilla y de su mujer, la poetiza y pintora Belkis Cuza Malé, simpatizantes de Fidel en sus inicios y, más tarde, en 1971, encarcelados por disidentes- produjo la ruptura definitiva de Vargas Llosa con el marxismo. En los años ´80, reapareció en política oponiéndose a la estatización de la banca propuesta por Alan García en su primer gobierno, asumiendo posturas liberales que luego defendió como candidato presidencial (1990). Derrotado en esa elección por Alberto Fujimori, retoma su carrera literaria en Madrid y Londres, aprovechando su prestigio y talento comunicacional para reprobar con dureza la conducción política y la conducta personal del nuevo gobernante peruano y de su equipo. Las críticas eran de tal calibre que, se dice, Fujimori lo habría amenzado con quitarle la nacionalidad peruana por traición. Ante el peligro de transformarse en apátrida, obtuvo la nacionalidad española (1993) sin perder la de origen, doble condición que mantiene hasta hoy. 

          Este breve perfil político refleja, una vez más, que el corazón predomina en la juventud y la razón, en la madurez. Demuestra, además, que el talento creativo, el arte y la cultura no son patrimonio intransferible de la izquierda, aunque las porfiadas estadísticas jueguen en contra de este aserto. Se dirá que Vargas Llosa es una excepción, pero ¡vaya excepción! Premio Nobel y, por lejos, el escritor latinoamericano más leído y premiado en los últimos 50 años.

          Estimo, sin embargo, que Mario Vargas Llosa ha tenido un grave retroceso: su público apoyo a Ollanta Humala en el ballotage peruano. De Humala dijo: "es un Chávez con lenguaje abrasileñado. Un Estado intervencionista en la economía, nacionalización de los sectores estratégicos, gran desconfianza hacia la empresa privada y el capital extranjero, y medidas en contra de la libertad de prensa. La catástrofe". De Keiko Fujimori: "los criminales y los asesinos pasarían de la cárcel al gobierno y saldrán a la calle a sacar la lengua a todos los que han defendido la democracia en Perú". Y de ambos: "Uno es el sida, la otra es el cáncer". ¡Lindo panorama visualiza el escritor!

          Nadie está moralmente obligado a elegir entre dos males, pero hay un impulso irresistible en muchos líderes de opinión que les obliga a señalar preferencia entre opciones que consideran igualmente nocivas o perversas. No pueden quedarse callados. Como si abstenerse o anular el voto no fuese una opción ética y políticamente válida. Más aún, el negarse a elegir -es decir, la abstención- puede ser el verdadero mal menor que se busca. Y como se trata de "elegir" y no de "hacer", nunca es lícito proponer un mal aunque éste sea menor. Como todas estas cosas debe conocerlas el escritor, presumo que su respaldo a Humala tiene dos posibles explicaciones: mal criterio o rencores que no ha podido superar. En cualquier caso, prefiero a Vargas Llosa como escritor, bien lejos de la política.   ARL