jueves, 18 de noviembre de 2010

"CONECTANDO CON MI PC", Crónica de 74 años de la historia de Chile (1900-1973)


Por Alfonso Ríos Larrain


Nota del editor:
Extracto del discurso con motivo del lanzamiento y presentación de este libro.
Casas de Lo Matta (Vitacura), 11 de diciembre de 2000.


         "Estimados amigos:

         Créanme que no me ha sido fácil aceptar la misión que cumplo esta tarde. Ello, por dos motivos. En primer lugar, porque hay entre nosotros quienes reúnen buena experiencia y aptitudes para el análisis literario. Pero el atraso en la entrega de los ejemplares -lo que ocurrió hace sólo tres días- y la proverbial ansiedad del autor, reflejada esta vez en su rotunda negativa de postergar esta ceremonia, impidió encontrar voluntarios que alcanzaran a leer el libro que presentamos. Hago la tarea facilitado por la lectura de los originales que recibí hace algunas semanas, constatando que la edición no tiene modificaciones importantes. Y en segundo lugar -aunque no presento rasgos psicológicos marcados por la timidez-, porque tengo ciertas aprensiones de presentar un libro que contiene pasajes referidos a la vida, obra y actividades de mi progenitor y ascendientes directos. Pero aquí estoy, procurando que los naturales sentimientos de solidaridad familiar no distorsionen esta tarea que intento sea ecuánime y objetiva.

Agradezco, en todo caso, la oportunidad que se me da para referirme a temas que ocupan mi atención de manera preferente y que explican, en parte, los éxitos y desventuras de nuestro querido Chile.

A través de la memoria, documentación y pluma del abogado, agricultor y ex parlamentario Héctor Ríos Igualt, un imaginario Robert Stanley Thompson conecta su PC y en la pantalla aparecen una serie de personajes y acontecimientos ocurridos en Chile durante tres cuartos de siglo. Presidentes de la República, políticos, profesionales, empresarios, amigos y parientes del autor, hombre y mujeres de nuestro país reviven las grandezas y miserias narradas en estas páginas. Cuatro generaciones de la familia del autor imprimen la escenografía del relato.

Más que una crónica de sucesos relevantes -conocidos algunos, otros inéditos-, el interés y originalidad del libro radica, a mi juicio, en la elaboración de un reportaje, cuya cronología cubre la época en que vivieron sus testigos principales. La descripción de la intimidad familiar, anécdotas e imágenes costumbristas, y el testimonio directo de sus protagonistas, dan forma a la petit histoire que ameniza la obra y explica los acontecimientos que narra. Algunos estiman que los reportajes constituyen visiones sesgadas de ciertos hechos: el autor estaría tan cerca y comprometido con ellos que su investigación ha de ser forzosamente parcial aunque hiciere todo lo posible por evitarlo. Aunque esto no siempre ocurre, dicha circunstancia no resta mérito a la información; por el contrario, en su calidad de testigo directo, el reportero puede transmitir impresiones y detalles con mayor fidelidad que la de un historiador alejado de los hechos.

Quiero detenerme en dos aspectos fundamentales que trasunta el libro: el espíritu de servicio público de los primeros inmigrantes y el afán rectificador de sus descendientes, muchos de los cuales protagonizan el relato.

Extremeños, castellanos y vascos son caracterizados por su seriedad, pujanza y laboriosidad. Interesados en su progreso personal, serios y más bien parcos, ajenos a las adulaciones y humildes frente a honores merecidos, emigraron a América en busca de oportunidades. Con relación a los vascos dice el autor: “Chile tuvo la suerte de recibir un contingente reducido pero de buena calidad de esos emigrantes del norte español. Llegaron sin dinero, se iniciaron en el comercio y después en la agricultura. Ganaron la confianza de los criollos asumiendo responsabilidades políticas antes y después de la Independencia, recibieron encargos importantes y rechazaron beneficios, creyendo su deber prestar servicios orientados al bien del país. Son muchos los que aparecen formando parte de los grupos que dieron pasos conducentes a la formación de la República”. Y agrega: “Desde 1810, se necesitaron veinte años para consolidar un orden que resultó excepcional… y entre quienes asumieron esas responsabilidades, vuelven a aparecer muchos vascos, castellanos, extremeños y andaluces que dieron forma a la República”.

Historiadores, sociólogos y políticos han estudiado las causas de la pérdida de influencia que afectó progresivamente a nuestra antigua clase dirigente, desde fines del siglo XIX hasta casi extinguirse en los años ´60 del siglo pasado. El autor no formula nuevas teorías al respecto, pero varios pasajes del libro dan cuenta de la frivolidad de algunos dirigentes. Quienes previeron el peligro carecieron de comprensión y apoyo para contener la marea desestabilizadora. No fueron oídos y a la pérdida de su influencia política y social, siguió el despojó de sus bienes y dignidad. El país, ya sin defensas, fue arrastrado al tobogán que lo condujo a la insolvencia económica y moral. El libro enuncia los efectos del descalabro, cuyo epílogo fue el grave trastorno institucional que puso término la intervención de las Fuerzas Armadas en 1973.

En su monumental “Estudio de la Historia”, Arnold Toynbee desarrolla la tesis de que las civilizaciones siguen un mismo proceso caracterizado por el esquema desafío-respuesta. Esto es, frente a un determinado reto histórico, el impulso creador de una minoría selecta decae y llega a su fin cuando dicha minoría se estanca y pierde su capacidad innovadora. Pero debido al papel predominante que concede al carácter orgánico de las minorías, Toynbee cree que tal colapso es evitable pues, afirma, “toda civilización puede recuperar su poder creativo”.

Aunque dicha teoría fue desarrollada para las 25 civilizaciones que el historiador consigna, sus hipótesis tienen aplicación análoga en el lapso que cubre este libro. El espíritu rectificador que caracterizó la actividad pública y privada de nuestras “minorías”, hubo de inspirarse en el rescate de valores permanentes, buscando recuperar la capacidad innovadora, elemento principal en la formación de la República. Siguiendo a Toynbee, el esfuerzo desplegado por esas minorías permitió postergar la decadencia de Chile durante algunos años y suavizar parcialmente sus efectos. El testimonio puede servir de guía a las nuevas generaciones, cuya participación en la vida pública ha de tener como referente un conjunto de valores que suelen olvidarse.

Estamos frente a un recuento de vivencias personales, bien escrito y documentado, nostálgico, emotivo y vehemente, cuya lectura atraerá adhesiones y polémica. También sonrisas y alguna pena. Muchas gracias ■ ARL

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