jueves, 18 de noviembre de 2010

SOBRE EL DINERO (Tercera Parte y final)


Por Marcos Ríos Larrain
Abogado

(Continuación del artículo SOBRE EL DINERO
publicado el 16 y 17.11.2010)

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            “Os encontráis entre los mejores logros de la civilización productiva y os preguntáis por qué ésta se derrumba a vuestro alrededor mientras maldecís lo que le da vida: el dinero.  En toda la historia humana, el dinero fue botín de aprovechadores, de un tipo o de otro. Sus nombres cambiaron, pero sus métodos fueron siempre los mismos: aprovecharse de la riqueza por la fuerza y mantener cautivos a los productores, rebajándolos, difamándolos y despojándolos de su honor.

“Esa frase acerca de los males del dinero que usted ha expresado con precipitación, proviene de un tiempo en que la riqueza era producida por el trabajo de esclavos. Mientras la producción fue gobernada por la fuerza y la riqueza se consiguió con la conquista, hubo poco que aprender. A través de siglos de miseria y hambre, los hombres exaltaron a los saqueadores como aristócratas de la espada, como aristócratas de cuna y, más tarde, como aristócratas de la burocracia, despreciando a los productores, comerciantes e industriales.

            “Para gloria de la humanidad, existió por única vez en la historia un PAÍS DEL DINERO y no me es posible pagar más alto y reverente tributo a los Estados Unidos de América por lo que ello significa: un país donde reinan la razón, la justicia, la libertad, la producción y el progreso. Por vez primera, la mente humana y el dinero quedaron libres y dejó de existir la fortuna como botín de guerra. Por el contrario, floreció allí como producto del trabajo, y en vez de guerreros y de esclavos, progresó el verdadero forjador de fortuna; el gran trabajador convertido en el más alto tipo de ser humano: el forjador de sí mismo, el industrial americano.

            “Si me pide que dé nombre a la mayor distinción y orgullo que los americanos tienen, es ser el pueblo que creo la frase “TO MAKE MONEY” (hacer dinero). Jamás, en ninguna otra lengua o nación, había existido tal concepto. Hasta entonces, el ser humano interpretó la riqueza como una cantidad estática que podía ser objeto de robo, conseguirse mediante fraude o súplica, heredarse, compartirse u obtenerse como favor. Los americanos fueron los primeros en comprender que la riqueza podía ser creada. La frase “hacer dinero” contiene la esencia de la moralidad humana.

            “Sin embargo, tales son las palabras por las que los americanos se vieron denunciados por las podridas culturas de los continentes de ladrones que consideran vuestros más dignos logros como motivo de vergüenza; vuestra prosperidad como afán culpable; vuestros eminentes industriales como granujas; vuestras magníficas fábricas como producto del trabajo de esclavos movidos por el látigo, semejantes a los que construyeron las pirámides de Egipto. El malvado que no hace distinción entre el poder del dólar y el poder del látigo debiera conocer la diferencia en su propia piel… como creo que ocurrirá a la larga.

            “Si no descubre que el dinero es la base de todo bien, usted camina hacia su propia destrucción. Cuando el dinero ya no sea la herramienta que permite a los seres humanos comerciar entre ellos, el hombre se convertirá en herramienta de otros hombres. Sangre, látigo, cañones... o dólares. Elegid, no existe otra opción y el tiempo se va acabando”.

-         Señor d’Anconia -dijo la mujer de los pendientes-, no estoy de acuerdo con usted.
-         Si puede refutar una sola de las palabras que he pronunciado, madame, la escucharé con mucho gusto.
-         ¡Oh! No puedo contestarle, pero siento que usted no está en lo cierto.
-         ¿Cómo lo sabe?
-         Lo “siento” por mi corazón. Usted puede ser muy expresivo en su lógica, pero carece de alma.
-        Madame, cuando vea a seres humanos morir de hambre su corazón de nada servirá. Y le aseguro que cuando usted grite “¡Qué horror, no pude advertirlo!”, nadie la perdonará.

La mujer se alejó con un estremecimiento en sus mejillas y exclamando colérica:  
-         ¡Vaya modo divertido de hablar en una fiesta!

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