viernes, 8 de julio de 2011

HOMENAJES

      Por Alfonso Ríos Larrain


          En cuestiones de homenajes hay que ser muy riguroso, especialmente cuando se hacen revestidos de una autoridad que representa a toda la ciudadanía. Se trata de una muestra pública de respeto, admiración o estima; una ofrenda inmaterial de gratitud o reconocimiento que premia la obra o trayectoria de personas o instituciones. Cada cual evaluará si el agasajado tiene suficientes méritos para recibir los honores, pero el propósito se desvirtúa al escoger arbitrariamente a uno entre dos o más postulantes que reúnen objetivamente la misma calidad o merecimiento que motiva el homenaje.

         Enterado por la prensa que los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados invitarían a ex parlamentarios chilenos a las celebraciones del bicentenario del Congreso Nacional, intenté averiguar si mi padre (Héctor Ríos Igualt, ex diputado conservador) figuraba en la lista de invitados. Su avanzada edad (92 años) y sus dificultades para caminar le impedirían asistir a la ceremonia, pero le agradaría comprobar que se acordaron de él. No tuve respuesta. En esos días, la televisión mostró imágenes del presidente de la Cámara de Diputados -mi correligionario Patricio Melero (UDI)- en la casa del ex diputado socialista Alfredo Hernández Barrientos, donde acudió especialmente para invitarlo a dicha celebración. Hernández, de 99 años, aceptó "cantando el himno del Partido Socialista con el puño izquierdo levantado (...) y una lucidez envidiable" (*).

         Como se trataba de una convocatoria para rendir homenaje a ex parlamentarios vivos, ¿qué razones objetivas pudo tener el presidente de la Cámara de Diputados para invitar a Alfredo Hernández y no a Héctor Ríos? Se me ocurre una sola y ¡muy importante!: Hernández es 7 años mayor. En lo demás, no veo motivos que justifiquen la discriminación. Ambos son nonagenarios -con seguridad los ex parlamentarios chilenos vivos más ancianos- y ejercieron sus cargos en los mismos períodos: 1953-1957 y 1957-1961.

          Hay otra posibilidad: un error de secretaría como la transcripción de su discurso omitiendo a Salvador Allende. Si  así fuere, mi protesta sirve para demostrar a los socialistas que Patricio Melero también se equivoca con los suyos y ofrecerles un reconciliador empate: un lapsus para cada lado. Ya se disculpó con la familia Allende. A mi padre ya se le olvidó.  ARL


(*) Ver noticia en:
http://www.vientopatagon.com/2011/07/rendiran-homenaje-a-ex-diputado-obrero-hernandezdel-andamio-al-parlamento/

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